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Todo lo que pasa siempre vuelve

Durante el descanso de la primavera del marzo pasado, algunos alumnos de Holy Cross y yo pasamos la semana como voluntarios en regiones pobres de EE.UU. Mi grupo fue asignado a un pueblo que está en la costa de Maryland que se llama Cape Charles y, para nuestra sorpresa, un otro grupo fue asignado a un pueblo justo al lado del nuestro. En general, esto es poco común, porque siempre nos asignan lugares diferentes a través del medio y el sur del país, y casi nunca en la misma región. Al principio, eso no nos parecía ser un problema, pero no tardamos mucho tiempo en saber la verdad.


Dos días después, cuando estábamos reflexionando sobre el día, antes de meternos en la cama, oímos coches fuera de nuestro edificio. Anduvimos hacia las ventanas y vimos los coches del otro grupo pasando cerca del edificio muy lentamente. En ese instante, supimos que el otro grupo estaba planeando algo, y no algo bueno. Después de hablar entre nosotros, decidimos no hacer nada y esperar lo que iban a hacer primero. Pero, por si acaso, mudamos nuestras camas a la planta segunda.

Al día siguiente, cuando volvimos al edificio después de cenar, buscamos cosas raras, pero no había ninguna. Pensábamos que estábamos fuera de peligro para el día y empezamos prepararnos para hacer nuestra reflexión del día. De repente, oímos gritos desde la planta baja de los miembros del otro grupo de alumnos que eran de Michigan que también eran voluntarios y con los que compartíamos el edificio. Subimos las escaleras y estábamos entrando en su habitación cuando vimos el desastre. Todas sus camas, encima y adentro, estaban cubiertas de hojas sucias de fuera. Les pedimos perdón y nos prometieron ayudarnos para vengarnos del otro grupo de Holy Cross. Inmediatamente, comenzamos hacer un plan.

La noche siguiente, estábamos listos con todas nuestras provisiones para hacer nuestro ataque. Después de una reunión para organizarnos, cogimos los tres coches y nos embarcamos en nuestro viaje. Cuando vimos el hotel en el que se quedaban, apagamos los faros y nos acercamos muy despacio. Un chico fue a buscar sus habitaciones y, por suerte, llegamos cuando estában haciendo su reflexión del día en una habitación enfrente del hotel. Tan pronto como oímos eso, aparcamos los coches detrás del hotel y el primer grupo salió de su coche, con bolsas de globos llenos de agua. Subieron las escaleras y rodearon la puerta, esperando su salida. El segundo grupo y yo salimos de nuestro coche y corrimos hacia sus coches que estában en el parking. Rápidamente, habíamos cubierto sus coches primero con miel y jarabe de arce y despues con plumas y alpiste. Cuando el otro grupo nos oyó, salieron de la habitación, pero solo para ser atacados por los otros que estaban esperándolos con los globos de agua.

Mientras que los miembros del grupo corrían a sus habitaciones, nuestros coches vinieron para llevarnos a nuestro edificio.
¡Habíamos ganado!

Posted by Caroline Luby a las 12:55 a. m. // 0 comentarios // //  


Chocolate y amor

“¡Mama, nos cuenta un cuento por favor, por favor!!” Los niños gritaron. “Pues, solo uno, y luego tenéis que dormir, ¿vale?” La madre empezó a contar una historia maravillosa…

El día era húmedo y bochornoso, con un calor intolerable- un día típico y tropical de Augusto. Mientras Clara estaba montada en la bicicleta por una calle estrecha, de repente sintió un hambre enorme para algo dulce y rico, y por suerte vio una chocolatería en la esquina al lado de una librería. Estaba sudando y moriría de algo fresco, por eso decidió a parar y en seguida bajó de la bici y corrió con mucha ilusión y deseo para lo que veía en la ventana. Dentro de la tienda bien ventilada, Clara sintió inmediatamente alivio del calor, y se puso alegre cuando estaba mirando las líneas de frutas cubiertas en chocolate, y trufas de todos tipos. En la tienda pequeña, todo estaba oscuro para que hiciera menos calor, y Clara solo oyó el ruido del ventilador, el ronquido del cajero que estaba durmiendo en una silla detrás del mostrador, y un hombre que Clara no pudo ver detrás de ella en la cola, silbando “la di da di da da”. Clara sabía lo que pedirá en el primer momento que llegó a la tienda: Al lado de los bombones, había dos trufas de chocolate negro, rellenas con cerezas, y cubiertos con papel de color oro. Las decoraciones de las dos últimas trufas eran tan bonitas que Clara estaba segura que el sabor fue muy delicioso.

“Erm..perdón señor, pero podría ayudarme con algo?” Clara dijo al empleado que estaba durmiendo.

“Zzzzzzz chezzzzzz”. El cajero solo respondió con su nariz, y todavía dormía. “DISCÚLPEME!” Clara gritó, con mucha frustración. El hombre detrás de ella empezó a reír. En seguida el cajero abrió solo un ojo y con mucha pereza y esfuerzo dijo lentamente “qqquueee?”

“¿Podría darme una de las trufas en el papel oro, por favor?” Clara preguntó a impacientemente.

El cajero cogió una trufa y comentó “Tienes suerte- solo hay dos”. Él la puso en la escala y dijo “Ocho con cincuenta euros”, todavía con una voz que tuvo sueño. Clara en ese momento se sorprendió que era tan caro, pero se dio cuenta que el sabor probablemente fuera riquísimo. “Ayyy es carísimo!!” Ella exclamó.

El cajero guiñó un ojo con una risa extraño, y se echó hacía atrás del mostrador y cuchicheó en su oreja: “Es una trufa especial y extraordinario…tiene un poder mágico”

Clara pensó que fue un chiste, le pagó al cajero y corrió con la bolsa afuera de la tienda, montó su bicicleta, y tenía ganas de comerla ahora, pero entre tanto decidió a ir a la biblioteca para leer.

Después de llegar a la biblioteca publica, Clara buscó un sitio y empezó a leer un periódico que quedaba en la mesa. Frente de ella estaba sentado un hombre guapísimo escribiendo algo en un libro. Tenía pelo moreno, ojos llenos de vida, piel bronceado, y era muy alto, y estaba silbando una melodía familiar. Cuando Clara le miró, él sonrió, e ella sintió una sensación extraño, como ella lo había visto antes, pero no sabía dónde.

Clara escogió en ese momento a comer su trufa que estaba en la mesa. Al instante de comerla, ella sintió una sensación de amor que nunca había sentido, y miró el hombre guapo con un amor tan profundo. Ella se puso vergüenza que le estaba mirando, pero no podía dejar de hacerlo. Pero comprendió que él estaba mirando a ella con ojos llenos de amor también. Los dos miraban el otro con amor intenso. Poco a poco Clara se dio cuenta de unas cosas…. "la di da di da”…el hombre en la tienda…las palabras del cajero…las trufas mágicas…

“Y esto es como tu padre y yo nos encontramos por la primera vez….” Clara les dijo a sus niños. Pero ya habían dormidos.

Posted by Rumya a las 11:24 p. m. // 0 comentarios // //  


El grano

Cuando era niña, siempre estaba en un lío. Peleaba con mis hermanos, tenía problemas en clase y estropeaba mis juguetes. Había ocasiones cuando mis padres estaban disgustados o decepcionados conmigo, como la vez cuando metí mi dedo en un enchufe de pared o la otra vez cuando me golpeé la cabeza con un bate de béisbol. Aquellos ejemplos son solo dos de mis problemas. Pero, hubo una vez que me dio mi apodo y mi familia no estaba decepcionada durante esa ocasión. Al contrario, todo el mundo se reía de mí. Ocurrió un día cuando tenía cinco años…

Estaba en la habitación de mis padres, porque tenían una cama grande y una televisión. A mi madre no le gustaba cuando estaba en su habitación porque ella tenía miedo de que rompiera algo, pero nunca me paraba. Estaba viendo la tele y decidí que quería palomitas de maíz.

Grité a mi madre, “¡Quiero palomitas de maíz ahora!”

Mi madre no respondió. Grité otra vez. Podía oír los pasos de mi madre y ella apareció.

“¿Qué?” me preguntó, un poco enfadada.

“¡Quiero palomitas de maíz!” le dije.

Me dijo, “No es necesario gritar, mi hija. Espera unos minutos.”

Después de que mi madre había salido de la habitación, empecé a saltar en la cama mientras estaba viendo la tele. Como una mona, estaba saltando y saltando cuando mi madre me trajo las palomitas de maíz.

Me dijo, “Siéntate y come las palomitas de maíz.”

Le dije, “¡Gracias!” y cogí un grano.

Al mismo tiempo que comía las palomitas de maíz, estaba riendo a la tele. A veces, rodaba porque los chistes eran muy graciosos, pero mantenía tener en la mano las palomitas. Por eso, no podía tener en la mano todas las palomitas y algunos de los granos se cayeron. Un personaje dijo otro chiste gracioso y me reí y rodé. De repente, sentí algo raro en el oído. No entendía qué podía estar en el oído. Me incorporé y agité la cabeza como si tuviera agua en los oídos. Luego, puse los dedos en el oído, y podía sentir algo. Al instante, me di cuenta de que un grano estaba en el oído. No me dolía, pero tenía un problema grande. Grité a mi madre, y ella vino en un minuto. Le dije que tenía un grano en el oído. Ella no me creía y se reía. Pero se acercó a mí y miró en el oído. Su risa paró inmediatamente. Las lágrimas le corrían por las mejillas y mi madre llamó por teléfono mi padre porque ella no sabía qué hacer.

Acto seguido, estaba en el coche de camino hacia al hospital. Mi madre trató de sacar del grano fuera del oído pero no podía. Después de su intento, la situación estaba peor. Cuando llegamos al hospital, mi madre explicó la situación a una enfermera. Ella se reía y fue a hablar con su jefe. Estaba llorando y no podía parar. Luego, la enfermera me trajo a una sala de urgencias. Me dijo que necesitaba estar tendida en la mesa y esperar por el médico. En diez minutos, el médico y dos enfermeras estaban cerca de mí. El médico tenía un par grande de tenazas y lo introdujo en el oído. Grité muy fuerte y él empezó a reírse. El médico me mostró el grano y me dijo, “¿Tienes hambre, Orville?”

Después de mi operación, mi madre y yo regresamos al coche. Mi madre me dijo, “No puedes comer palomitas de maíz durante un tiempo largo. Además, espero que disfrutes tu nuevo apodo.”

Desde aquel día, toda mi familia me llama Orville Redenbacher.

Posted by Emily Thigpen a las 9:47 p. m. // 0 comentarios // //  


Todo lo que quería

Victoria nunca olvidaría el día en que se despidió de sus padres para estudiar en España durante el tercer año en la universidad. Simultáneamente sentía la emoción, el miedo, el estrés y la preocupación por ir a un país desconocido sin familia ni amigos. Fue a su puerta de embarque y habló con sus compañeras de la universidad que serían las únicas conocidas en su nuevo mundo. En cuanto vio los ojos rojos y caras tristes de sus compañeras, se dio cuenta de que no estaba sola y tenía amigas en este momento tan difícil.

Al día siguiente el grupo llegó a su nueva ciudad, León, por la tarde y todas las chicas se separaron para ir a sus casas con sus madres españolas. Victoria se había tranquilizado y sonrió cuando vio las calles de adoquín llenas de gente desde el coche de su madre española, María. En una ciudad tan bonita, ella estaba segura de que iba a divertirse allí, y durante el primer mes lo consiguió. Salió a las fiestas de Erasmus, sus profesores casi nunca vinieron a clase, y viajó a Barcelona y Salamanca con otros estudiantes internacionales.

Pero un sábado por la noche, todo cambió. Victoria estaba en un bar con amigas de Erasmus cuando, de repente, se dio cuenta de que ellas la habían dejado para ir a otro bar con chicos, y Victoria no conocía a nadie en el bar. Ella se puso a llorar, cogió su chaqueta, y fue corriendo hasta la puerta de la catedral. Se apoyó en la puerta y siguió llorando mientras pasaban unos jóvenes hablando y riendo por la calle. Todo lo que quería era estar con sus amigas estadounidenses, que nunca harían nada tan malicioso como lo que las de Erasmus le habían hecho. Ella se volvió hacia la catedral y rezó para volver a su casa de Estados Unidos.

A la mañana siguiente, cuando Victoria se levantó no sabía qué había pasado. Ella estaba en su propia cama de Estados Unidos y su madre estaba levantándola para desayunar.

“¿Por qué estoy aquí? ¿Cómo regresé?” ella le preguntó a su madre.

“No sé de qué hablas. Has regresado a casa de la universidad para estudiar.”

“¿De la Universidad de León? ¿Cómo lo hice?”

“Hija, todavía estás soñando. Vas a la Universidad de Holy Cross, y el año pasado decidiste que no querías estudiar en el extranjero porque nos echarías de menos.”

“Sí, sí, era un sueño muy vívido,” contestó Victoria, todavía muy confundida.

Victoria pasó todo el día pensando en cómo había regresado a su casa como si no hubiera estado en España durante un mes. No quería decírselo a su madre porque quería averiguar lo que había pasado en las últimas doce horas. Estaba feliz de que finalmente estaba con su familia y en su mundo conocido, pero pasó todo el día pensando en cómo podía regresar a España, porque la vida en Estados Unidos no le parecía tan divertida como la de España. Aquella noche, se fue a la cama llorando, deseando no haber rezado para volver a casa. Todo lo que quería era estar con sus amigas de Erasmus, que solo la habían dejado una vez, probablemente por error y no intencionadamente. Ella rezó otra vez, diciendo que era la última vez y que no quería gastar más tiempo en echar de menos a su familia y amigas.

A la mañana siguiente, cuando Victoria se despertó, estaba en un banco en la plaza de la catedral. Nunca sabría si su vuelta a Estados Unidos fue real o de un sueño, pero cuando fue andando a su casa en León, se prometió que nunca más desearía regresar a Estados Unidos. Tendría el resto de su vida para estar con su familia y amigas estadounidenses: su estancia en España era el momento para aprovechar y divertirse en una cultura nueva y emocionante. Al final, todo lo que quería era lo que ya tenía.

Posted by Stacy a las 7:50 p. m. // 0 comentarios // //  


Caos en el sótano

Eran las siete y media de la noche. Mi padre había regresado tarde del trabajo y mi madre estaba enojada porque el pollo que estaba en el horno estaba seco. Finalmente, nos sentamos a la mesa. Diez minutos después, estábamos cenando en la cocina, escuchando un relato de mi hermana menor, cuando de repente, sonó el timbre de la lavadora en el sótano. Mi madre tenía una obsesión con la organización y la limpieza y por esta razón, en ese momento necesitaba poner la ropa limpia en la secadora. Bajó las escaleras empinadas hacia el sótano. Mi padre, mi hermana y yo continuábamos hablando, pero en seguida oímos un grito fuerte de mi madre.

“¿Qué pasó?” preguntó mi padre, su voz llena de sorpresa y preocupación. Mi madre contestó con otro grito. Todos nosotros bajamos las escaleras rápidamente. Al mismo tiempo mi madre gritó: “¡Veo una serpiente!”

De pronto, mi hermana y yo subimos las escaleras con prisa. No queríamos ver una serpiente en nuestro sótano. ¡Qué asco! Pero mis padres empezaron la misión de deshacerse de la serpiente.

Mi madre se puso un par de botas grandes y agarró una red de cazar mariposas. Al instante, la serpiente desapareció debajo de la lavadora. Mi padre trató de levantarla para que mi madre pudiera atrapar la serpiente con la red, pero la lavadora era muy pesada. Empezaron a reñir sobre la mejor manera de atraparla.

“¡No puedo levantar esta máquina!” dijo mi padre. “Voy a romper mi espalda.”

“No voy a dejar una serpiente en la casa,” respondió mi madre. Por un momento contemplaron la idea de llamar uno de mis tíos, un hombre grande y fuerte. Podría levantar la lavadora con una mano y atrapar la serpiente con la otra. Pero al fin decidieron que este no sería necesario: por otro lado nos causaría mucha vergüenza porque en realidad la serpiente era pequeña.

Mientras discutían, la serpiente surgió desde debajo de la lavadora y se sentó sobre el suelo de hormigón.

“¡Atrápala con la red!” gritó mi padre.

“¡Pero no quiero tocarla!” dijo ella.

“¡Yo tampoco!”

“¿Qué vamos a hacer con la serpiente cuando esté dentro de la red?” preguntó mi madre.

“¡No tengo ni idea!” explotó él.

“¡Pues no quiero cargarla por toda la casa en una red! ¡Va a caer en el suelo!”

En ese momento, mientras la serpiente se sentaba tranquilamente en el suelo, mi padre tuvo una idea brillante.

“Vamos a matarla,” dijo él.

Mi madre quedó boquiabierta. “Yo no voy a matarla. puedes, pero yo no quiero hacerlo.”

Como respuesta, mi padre agarró una pala y respiró hondo. Mi madre, con sus botas grandísimas subió las escaleras. No quería presenciar el asesinato. Desde la cocina, oímos el sonido de la pala golpeando el hormigón, y los gritos ahogados de mi padre.

Posted by Katherine Poulson a las 12:35 p. m. // 0 comentarios // //  


Una Historia Navideña

Había una vez, hace dos mil años, una doncella hermosa y humilde, con el corazón más puro y limpio que cualquier otro; esto le a grado Al Señor. Y por está razón, en un día cotidiano, cuando la joven hacía de sus deberes se le apareció el ángel del Señor, diciéndole que tenía la gracia de Dios en ella y que por su corazón tan puro Dios la había elegido para tener a Su Hijo, ella humildemente acepto su destino. En ese momento, ella concibió dentro de ella a un niño muy especial.

Pero para ese entonces, la adolescente había sido comprometida a un carpintero de buen corazón, ella le contó que estaba embarazada y el decidió romper el compromiso discretamente para que ella no quedase humillada. Durante los días que siguieron la consciencia del carpintero le remordía, una de esas noches el mismo ángel, que se le apareció a la joven, y le dijo que no guardara miedo que el hijo que había concebido la doncella era por gracia del Señor. Tan pronto que ocurrió esto el fue a ella y se casaron.

Meses después, el rey de las tierras ordeno que hubiera un censo y que todos los hombres de la cuidad de David tendrían que regresar a su tierra de nacimiento. Así es que el carpintero tomo a su esposa y empezaron el tramo hacia la cuidad. Finalmente, después de un viaje largo, pesado, y difícil llegaron a la cuidad de Belén. En cuanto llegaron se dieron cuenta que no había lugar donde se pudiesen alojar. La noche fría llego de pronto y todavía no tenían un lugar donde quedarse y la joven estaba apunto de dar luz. El carpintero tomo a su esposa y fueron de casa en casa pidiendo hospedaje, “Por favor, mi esposa esta embarazada y solamente necesitamos un lugar donde descansar por la noche,” suplicaba el carpintero humildemente. Pero todos volteaban la cara con rechazo. Finalmente llegaron a la ultima casa de la cuidad, el hombre vio a la mujer y se compadeció de ella, “solamente tengo un establo donde guardo a mis animales,” contó el señor, la pareja acepto con mucha alegría y agradecimiento.

Simultáneamente, en la distancia habían unos pastores que estaban cuidando de sus ovejas cuando miraron hacía el cielo y vieron una estrella enorme y brillante que se movía. Los pastores sabían que algo importante estaba ocurriendo, así que siguieron a la estrella. También paralelamente tres grandes reyes del oriente que habían estudio los cielos habían estado siguiendo la estrella por varios meses porque sabían que si seguían la estrella encontrarían al rey de reyes. Al seguir la estrella fosforescente de los cielos los pastores y los tres reyes llegaron a la cuidad de Belén, siguieron la luz que de los cielos que descendía de la estrella y caía sobre El Niño. Fue entonces que encontraron a al carpintero, a la virgen, y su hijo, que le habían puesto el nombre de Jesús como les había dicho el ángel meses antes que había nacido humildemente en un estable de animales.

El segundo que le dio luz a su hijo, una onda de paz y amor descendió sobre el mundo entero que nunca jamás se había sentido. Era una visión impresionante y la más importante del mundo, porque el salvador de la humanidad había nacido.

Posted by Jessica a las 11:31 a. m. // 0 comentarios // //  


Un amor sin limites

Clara era una limpiadora en una oficina muy conocida en el mundo financiero- era la compañía que dirige el presupuesto del elaboración de Knorr, un cubito de condimentos y especias para la sopa. Tenía veinticuatro anos, y quería ayudar sus abuelos quien eran muy viejos, y por eso trabajaba horas tardes después de clases en su universidad. Vivía con sus abuelos porque sus padres murieron en un accidente de coche cuando Clara solo era una niña. Tenía ganas de obtener un trabajo más respetado, pero era muy difícil porque necesitaba que completar su título primero. Todos los días, Clara llegaba a la empresa y estaba muy cansada y se sentía solo en su vida. No había nadie en su vida, ni compañeros, ni amigos, y extrañó mucho a sus padres.

Picaba su billete para empezar el horario, y recojo la aspiradora. Limpiaba todas las alfombras en la oficina. Su trabajo era para limpiar y arreglar cada oficina en el séptimo piso. Había quince oficinas en este piso. Al final de limpiar cada oficina, Clara tenía que quitarles el polvo y pásale un trapo húmedo a la mesa en el comedor de este piso. Un día, cuando estaba quitando el polvo de un interfono para comunicar, ella apretó el botón para conectar. De repente oyó un tono de marcar y apareció en una pantalla enorme un hombre. No era guapo, pero no feo tampoco, ni alto ni bajo. Pero ella inmediatamente sintió una sensación de consuelo y amor, como si ella conozca toda su vida. En Rusia un hombre que estaba trabajando como guardia de seguridad en la compañía Knorr, dio cuenta que una pantalla encendió y una mujer bonita apareció con una expresión de soledad. El quería inmediatamente a consolarla, y sintió mariposas en su estómago. Clara y Vladmir empezaron a sonreír pero ella apagó la maquina tan rápido que encender. Vladmir recordó el tiempo que ella apareció, y toda la noche solo pensaba en ella, como era una fantasma en sus sueños. Ella prometió a si mismo para encender la maquina otra vez el próximo día. El próximo día, los dos introducieron al otro, y Clara señala a su reloj que estará mañana al mismo tiempo. El próximo día, los dos decidieron independientemente que comen juntos para la cena, y los dos preparan una sopa con Knorr. Cuando la pantalla encendida, los dos vieron que tuvieron la misma mente, y el amor no conoce limites.

Cada día después de esto, Clara y Vladimir cenaban juntos, hasta un día el jefe de Knorr recibió noticias que hubo una pantalla encendida todas las noches, y gastó mucho dinero. Pero, cuando el oyó el cuento, compró una billete para Vladimir para visitar Clara. Los dos casaron y vivían felices en España, trabajaban en Knorr.

Posted by Rumya a las 9:44 a. m. // 0 comentarios // //  


Un billete

Clara había trabajado en la misma oficina durante ocho años. Ella era la mujer de la limpieza de una gran compañía del sur de América. A ella le gustaba su trabajo, porque era sencillo y no necesitaba trabajar con otras personas. Después de muchas relaciones con hombres que no tenían potencial para el amor, Clara no tenía confianza en la gente en general. Por consiguiente, ella se concentraba en su trabajo y nada más.

Un día, Clara fue a una gran sala para limpiar. Como cada día, Clara limpió la sala oscura, pero por casualidad, ella apretó el botón de volver a marcar en el teléfono. Al instante, el teléfono llamó al último número de teléfono. Miró a la pantalla grande que estaba conectada al teléfono y otra sala apareció. Quería colgar la llamada cuando un hombre apareció. ¡Clara no podía creer que alguien estaba al otro lado! El hombre era guardia de seguridad, pero él no parecía enfadado. El hombre sonrió y bruscamente desapareció. El corazón de Clara estaba palpitando rápidamente. ¡Nunca había sentido algo como esto antes en su vida! Clara se dio cuenta de que necesitaba completar sus tareas para el día, y se marchó de la sala.

Al día siguiente, Clara fue al trabajo. Estaba entusiasmada por su día, o la posibilidad de que podría ver al hombre del teléfono. Cuando Clara regresó a la sala donde estaba el teléfono, llamó al último número de teléfono con intención de hablar con el hombre. Había una señal y el hombre estaba esperando por Clara. Los dos se sonrieron. El hombre le dijo que su nombre era Vladimir y que él era de Rusia. ¡Clara no sabía qué pensar! Se sentía atraída por él, pero no había una posibilidad para nada porque él vivía en Rusia. Clara quería hablar con el hombre otra vez, y los dos estaban de acuerdo de en llamaría al día siguiente.

Clara sabía que Vladimir era una persona extraordinaria. No podía explicar sus sentimientos, pero quería estar con Vladimir. Pero la distancia era un problema. ¡No quería tener esperanza por algo con una persona que jamás encontró! Clara necesitaba hacer algo especial y ver si Vladimir valía su esfuerzo. Clara podría preparar una cena para comer con Vladimir, como una cita. ¡Si Vladimir quería comer con ella, Clara sabría que él era especial!

Cuando Clara llamó a Vladimir, le preguntó a Vladimir si quería cenar con ella. Vladimir decidió que era una buena idea. Clara y Vladimir se prepararon para su cena, y cuando el día llegó, los dos tuvieron una cena inolvidable. La sopa calentó sus corazones y la posibilidad para el amor. Después de la cena, Clara y Vladimir hablaron mucho. A Clara le gustaban los momentos con Vladimir, y cada día aprendían más el uno sobre el otro.

Entonces, un día después del trabajo y una llamada con Vladimir, Clara regresó a su piso y empezó a subir las escaleras. Clara recordó que necesitaba ir a por el correo y bajó las escaleras hasta que estaba al lado de su buzón. Como siempre, había recibos, revistas y anuncios. También había un sobre blanco con solo su dirección. Cuando lo abrió, ¡había un billete a Rusia dentro del sobre! El billete era por dos semanas en Rusia. Clara nunca había necesitado tomar una decisión que habría podido cambiar su vida. Clara pensó sobre la situación, pero sabía qué quería hacer. Clara subió las escaleras para hacer su maleta.

Posted by Emily Thigpen a las 11:14 p. m. // 0 comentarios // //  


Con un poco de ayuda

Después de un dia muy largo de limpiar toda la oficina, Clara estaba en la última sala de juntas. Cuando estaba quitando el polvo a las teclas del teléfono, pulsó una de ellas por casualidad. De repente, otra sala de juntas apareció en la pantalla que estaba en frente de ella. Inmediatamente vió a un hombre en la sala que venía hacia la plantalla, y hacia a ella. Cuando se paró, él la miró a ella y le ella miró a él. Niguno de ellos dijeron nada, y sin saber lo que debía hacer, Clara apagó la máquina.


Al día siguiente, Clara había estado pensando en el hombre que vió. Cuando fue a la oficina decidió satisfacer su curiosidad y pulsó la tecla de nuevo. Para su sorpresa, él estaba allí, esperándola. Esta vez, los dos se presentaron y Clara se enteró que el hombre se llamaba Vladimir y vivía en Rusia. Después, decidieron quedar al día siguiente a la misma hora.

Para prepararse, prepararon comida para comer durante su cita. Cuando Clara inició la sesión se dió cuenta de que habían traído la misma cosa, sopa de Knorr. Se miraron durante casi una hora, a veces hablando en su propio idioma y explicando cosas con las manos. El tiempo pasó volando y no les importa a ninguno de ellos el hecho de que a veces no se entendían, porque solo necesitaban estar juntos.

Siguieron haciendo estas "ciber citas" durante algunas semanas. Lo que no sabían era que todos los otros trabajadores en sus propias oficinas habían descubiertos su secreto. Entonces, cada vez que ellos quedaban, los otros tambíen quedaban en un despacho y se conectaban para que pudieran ver a los dos al mismo tiempo para observar el amor que crecía entre ellos. Trajeron palomitas, golosinas y bebidas para comer durante sus reuniones porque para ellos, la relación entre Carla y Vladimir era como un entretenimiento, como si fuera una telenovela que se desarollaba enfrente de sus propios ojos.

Un día, cuando esperaban el nuevo episodio, se dieron cuenta de que había un problema. Clara trataba de iniciar la sesión, pero no funcionaba. Después de una media hora, nada apareció en la pantalla y Clara se sentó en una silla y empezó a llorar. Todos decidieron al mismo tiempo que tenían que hacer algo para ayudarla.

Mientras tanto, Vladimir estaba listo a la hora en punto. La esperó durante una media hora, y cuando ella no apareció, empezó a pensar que no quería hablar con él nunca más. Entonces, lo apagó y salió de la sala con el corazón partido. Los trabajadores habían visto todo y no podían entender porque ella no vino. Decidieron también que necesitaban ayudarlo.

Pocos dias después, Clara estaba en su despacho cuando su jefe la llamó y le dijo que necesitaba hablar con ella. Cuando salió a la puerta, vio un montón de gente en el pasillo, mucha que no conocía. Tan pronto como la vieron, se separaron formando dos lineas alrededor de las paredes del pasillo. Clara miraba las filas hasta que sus ojos vieron a Vladimir que estaba al final del pasillo. Ella les preguntó cómo habían sabido que había algo entre los dos y le explicaron que el día que tuvo problemas con la máquina, habían llamado a la oficina de Rusia y habían hablado con ellos sobre Clara y Vladimir y se daban cuenta de que los rusos también habían estado espiando a los dos. Los dos oficinas decidieron traer a Vladimir a Clara para que pudieran estar juntos, y todos vinieron con él. Vladimir la miró y sonrió. Andaron el uno hacia el otro, y antes de que Clara pudiera decir ni una palabra, Vladimir se presentó a ella una lata de la sopa de Knorr, la que habían compartido en su primera "ciber cita". Todos empezaron a reir y festejar a los novios porque, por fin, podían estar juntos.





Posted by Caroline Luby a las 9:43 p. m. // 0 comentarios // //  


Una casualidad de suerte

Durante cinco años, Clara trabajó como limpiadora de oficinas, y nunca habló con nadie cuando trabajaba. Una española de veintiocho años, ella vivía sola y siempre pasaba las noches limpiando las oficinas de una empresa. Cada día, ella esperaba que alguien estuviera en la oficina para hablar con ella, pero siempre estaba sola. Un día, algo le pasó que cambió su vida. Ella estaba limpiando los botones sobre una mesa en una sala de juntas cuando sin querer ella apretó un botón y una sala de juntas de otro lugar apareció en una pantalla que estaba encima de la mesa. Había un hombre mirándola desde esta sala, y los dos se miraron, pero no se hablaron. Al día siguiente, cuando ella estaba limpiando la misma sala, quiso hablar con el hombre y pulsó el botón otra vez. Él había estado esperándola, y por fin los dos se hablaron. El hombre, Vladimir, se presentó a Clara y Clara le invitó a cenar con ella a la misma hora el día siguiente. Él era de Moscú, Rusia, pero hablaba bien el español y era la imagen del príncipe azul que Clara había esperado toda su vida.

A la noche siguiente, con trajes de etiqueta y mesas preparadas para una cena formal, los dos cenaron sopa juntos a través de la pantalla. Hablaban de sus trabajos y sus familias cuando, de repente, el jefe de Clara entró en la sala gritando. Él se acercó a Clara y le preguntó qué hacía allí y por qué no estaba trabajando. Ella se puso a llorar y dijo que se sentía muy sola en su vida, y ésta era la primera oportunidad para hacer una amistad y hablar con otros. El jefe protestó, diciendo que iba a despedirla por sentarse y comer durante las horas de trabajo. En seguida, Vladimir se acercó a la pantalla y dijo al jefe que Clara había limpiado cinco años sin hablar con nadie, y ahora, se merecía un descanso de una media hora. Él dijo que si él no le permitió cenar durante el trabajo por un solo día, él tenía el poder de desconectar la comunicación entre los dos edificios de oficinas y como resultado terminar las relaciones entre las dos empresas. En ese momento, el jefe se dio cuenta de que no podía evitar esta cena y pensaba en los cinco años de salas limpias y suelos sin suciedad. Por último, se disculpó con Clara por gritar y con Vladimir por interrumpir. Se divirtieron mucho durante la cena, y después decidieron hablar más en las siguientes semanas. Durante un año, sólo eran novios a través de la pantalla, pero cuando el jefe de Vladimir se enteró de la situación, ofreció trabajo a Clara en Rusia. Sin familia ni amigos en España, ella se mudó a Rusia para salir de la soledad, casarse con Vladimir, y tener una vida de risas, sonrisas, y largas conversaciones cara a cara.

Posted by Stacy a las 10:35 p. m. // 0 comentarios // //  


Un amor que dura para siempre

Clara era una señora de la limpieza para una empresa internacional. Tenía veinticinco años y había vivido en la misma ciudad de Chile durante toda su vida. Cada noche trabajaba en la oficina oscura y vacía: pasando la aspiradora por las alfombras, vaciando los cubos de basura, limpiando las ventanas y quitando el polvo de los escritorios de caoba. Cuando limpiaba siempre pensaba en sus esperanzas para el futuro: un marido guapo y simpático, dos hijos, una casa grande. Una vida fuera de las murallas de esta oficina oscura.

Un día durante el invierno, Clara estaba limpiando el escritorio del jefe, absorta en sus pensamientos, cuando pinchó un botón del ordenador.

"Ay dios, " pensó Clara. De repente, la figura de un hombre apareció en una pantalla enorme. Los dos se miraron durante un rato: el hombre tenía pelo corto y moreno y una cara perfecta. Pero desapareció rápidamente. La noche siguiente, al mismo tiempo, Clara encendió el ordenador y el hombre apareció otra vez. Estaba esperándola.

"Vladimir. Rusia. Moscow," dijo él.

"Clara. Mañana. ¿misma hora?" respondió ella.

La noche siguiente, Clara se puso un vestido y cocinó una cena grande de sopa de verduras, pan y un vino bueno. Puso toda la comida en una mesa, enfrente de la pantalla. Pulsó el botón y Vladimir apareció con su propia mesa de comida. Los dos cenaron juntos, disfrutando la sopa y vino. No hablaron mucho porque no tenían un idioma en común, pero sonreían.

Desde esa noche, Clara y Vladimir comían juntos casi cada día. Se comunicaban de otras maneras: las expresiones de sus ojos y las sonrisas. Algunos días Vladimir trataba de enseñar el ruso a Clara cuando ella le enseñaba el español. Reían muchísimo.

En la noche de su aniversario, Clara organizó la mesa de comida, encendió el ordenador y miró a la pantalla. Vladimir no estaba allí. Se le cayó el alma a los pies. Quería llorar.
"Me había imaginado todo," pensó ella con tristeza. "Por supuesto él no quiere tener una relación con una mujer que está en el otro lado del mundo." Puso la comida en un cubo de basura. Se limpió las lágrimas de los ojos. Iba a salir cuando oyó alguien fuera de la puerta. La abrió con cuidado. "¿Quién es?" Un hombre alto y moreno apareció en el portal.

"Vladimir. Rusia. Moscow," dijo él con una sonrisa. Le regaló un ramo de flores. Clara lo abrazó y besó con mucha fuerza. Y vivieron los dos felices durante muchos años.

Posted by Katherine Poulson a las 3:42 p. m. // 1 comentarios // //  


Una historia de amor

La rutina cotidiana del trabajo se había convertido en una labor
fría, desolada, triste y solitaria. Una vez, hace ya bastante tiempo,
estos lugares habían sido sitios de esperanza y refugio económico, pero
el peso de las largas horas monótonas cumpliendo los deberes día tras
día sin ningún cambio les llego cómo un viento frío que congeló y
destruyó hasta sus esperanzas más vividas. Este golpe de realidad les
pego lentamente tras los años de trabajar en esos sitios, hasta llegar
al punto de que lo único que anhelaban era una mirada, un toque, un
reconocimiento de que estaban vivíos por una persona como ellos. Empezó
como cualquier otro día de rutina: como siempre una larga noche de
trabajo les seguiría por delante, pero en una noche no muy peculiar el
destino tomó su camino manifestandose por un error de mano. El botón
que los unió fue pinchado; y así fue como se conocieron Clara y Vladmir
en esa noche fría. La primera vez que se vieron
sintieron una conexión estática, y al mismo tiempo que sus miradas, que
se cruzaron por primera vez, quedaron hipnotizados el uno por el otro.
Este pequeño error fue la causa de una amistad que floreció más y más
con el tiempo, empezaron a cenar un plato de sopa juntos de vez en
cuando. Después de un tiempo estos dos se convirtieron en unos
enamorados que ocultaban su amor al resto del mundo que no los
comprendía. Se veían a escondidas durantes las largas horas del
trabajo sin que nadie se enterara; y así mismo fue como su amor por el
uno al otro empezó a crecer. Lo único que deseaban era poder sentir el
calor de sus manos. Él le prometió a ella que un día iría por ella y la
rescataría de esa vida en la que estaba encadenada y empezó a ahorrar su
dinero cada semana para cumplir su promesa y poder ir por ella. Después
de tres años de ahorrar finalmente consiguió el suficiente dinero para
ir por ella, él decidió sorprenderla y consiguió un billete sin que ella
se diera cuenta. Pero lo que no sabían era que por las circunstancias
de sus vidas nunca obtendrían ese deseo, porque después de viajar tras
continentes y mares, Vladmir iba conduciendo y por la emoción tan grande
que tenía de finalmente poder ver, tocar, y oler a su amada Clara miro
al sitio donde ella trabajaba y se despistó en la carretera. Desde
adentro de la oficina Clara oyó un sonido muy fuerte, pero como no había
ninguna ventana para mirar hacia fuera no se dio cuenta, y como siempre
Clara secretamente fue y pinchó el botón para poder hablar con su amado.
Al salir del trabajo, se daría cuenta que había pasado un accidente
fatal enfrente de su trabajo, pero ella nunca se enteraría de que el
muerto había sido su amado Vladimir. Ella optó por convencerse de que
todo había sido un sueño, un fragmento de su imaginación, en vez de
sentir el peso de la realidad que él la había abandonado.

Posted by Jessica a las 11:35 p. m. // 0 comentarios // //  


La Novela

Mimí: Bueno, Eva, tienes que crear una novela con tan suspensa y intriga que los lectores tendrán que leerla. Empezamos con los personajes: cuatro hombres y tres mujeres. Entre estas personas hay una pareja, Pilar y Ricardo, Ellos llevan cinco anos juntos. Ellos parecen una pareja muy normal y feliz, pero, entre Pilar y Ricardo ellos tienen muchos secretos.

Eva: Ah, si, me parece genial hasta ahora. Bueno…secretos… un tipo de escándalo es necesario. Pilar, está enamorada de otro chico, el amigo de Ricardo, Carlos. Carlos trabaja en una factoría de zapatos y es muy pobre, pero es el mejor amigo de Ricardo que dirige una empresa en el centro de Madrid. Lo que Ricardo no sabe es que Pilar está poniendo los cuernos porque claro está enamorada de Carlos.

Mimí: ¡Ay qué escándalo!

Eva: Es Más, Carlos sabe mucho sobre la empresa de Ricardo y, la empresa, Ricardo específicamente, ha hecho cosas ilegales. Ricardo cree que puede confiar en Carlos, pero en realidad Carlos está preparando documentos para dar al juez para poner Ricardo en la cárcel y después puede estar con Pilar que no va dejar su esposa cuando todavía él tiene dinero.

Mimí: Genial, necesitamos más personajes….Ricardo y Pilar tiene un hijo, Javier. Pero, en realidad no es el hijo de Ricardo, pero el hijo de Carlos.

Eva: jejeje, que bueno. Y….un día Javier va a descubrir su padre verdadero y todo será en caos.

Mimí: Bueno, tienes una imaginación muy grande. Parece que esta novela saldrá genial.

Eva: Sí, pero solo hemos empezado…hay mucho más.

Mimí: Bueno, tengo sueno, después de tantos dulces y vino, vamos a la cama.

Eva: De acuerdo, continuamos mañana.

Mimí: Buenas Noches.

Pagina 234

Posted by Kelsey Harmer a las 10:52 p. m. // 0 comentarios // //  


El sobre de Enrique

Después de haber sacado el cenicero y el sobre del buzón, Mercedes echó una mirada a Enrique. Le dijo que su nombre estaba escrito en el sobre y luego se sentó. Cada una de las personas de la sala de reuniones tenía la misma pregunta: ¿Qué significa eso? Enrique leyó el papel que estaba dentro del sobre pero no dijo nada. Fernando le pidió que lo leyera en voz alta pero Enrique respondió que no podía. Acabó de leer y reintrodujo el sobre en el buzón.

Todos querían saber la respuesta escrita en el papel pero Enrique no dijo nada sobre el contenido del sobre, solo que cualquiera podía fumar si les apetecía. Se sentó sin añadir más aunque parecía muy preocupado por el contenido. Los otros tres continuaron preguntando quién era el candidato falso y quién tenía razón de lo que había supuesto. Enrique les explicó a ellos que el contenido del sobre no tenía nada que ver con ese debate pequeño. Carlos decidió que eso indicaba que Enrique y él tenían razón en decir que nadie era falso pero Enrique no estaba de acuerdo.

Finalmente, Carlos preguntó directamente a Enrique sobre lo que ponía en el papel. Con trepidación, Enrique empezó a contestar que los jefes de la empresa le habían pedido algo. Mercedes se interpuso con comentarios sobre la falta de entendimiento por parte de Enrique, pero no era por eso que Enrique no les contestó a los demás lo que decía el papel. Él intentó explicar lo que decía pero se perdió un poco en algunas frases vagas con las cuales quería engañar a los otros. Enrique habló de los valores de una empresa y de lo que debe ser importante en consideraciones de empleo. Los otros candidatos empezaron a observar con mucho interés cómo se ponía tan incómodo y, de repente, Enriqué estaba contándoles todo de su historia personal.

Posted by Karleigh Rose Pettit a las 10:20 p. m. // 0 comentarios // //  


El Método

En la misma tiempo que Mercedes ha preguntada a Carlos quién tiene el razón, ella pone el cenicero en medio de la mesa. Mientras mirando a Mercedes, Carlos ha respuesta que ponía. Finalmente Enrique ha dicho que quien quiera fumar, puede fumar. Él está muy pensativo con las manos en su cabeza. Los otros están le miran. Después un rato Fernando ha preguntado quien ganó. Un poco frustrado Enrique le contesta que no lo ponía. Mercedes está poca seguro le pregunta no ponía nada. En una respuesta muy corta Enrique ha dicho de eso, no. En una defensiva Carlos ha dicho que por lo tanto él y Carlos teníamos razón y que todos somos auténticos. Es más Carlos se parece que ellos dos van perdiendo y que él está pensando en que hemos de hacer en este momento. Porque toda esta pasando ahora Enrique se parece mucho más preocupado con las manos en la cabeza. Muy frustrado Enrique ha contestado al grupo que él no sabe que vamos a hacer. Con todo de la frustración Carlos ha preguntado que ponía en el papel. Y Enrique no sabe que pueden hacer y él ha preguntado que ellos han pedido a si mismo. Todo el cuarto está en un momento intenso y en la misma tiempo Mercedes ha preguntado a Enrique que él no sabe y que él no has entendido. Pero muy rápida Enrique ha dicho que sí, sí él sabe y que el ha entendido. Porque la ambiente en el cuarto está muy intensa cuando Carlos ha preguntado y que; Enrique ha contesto en una manera muy exasperado: venga, intentaré…

Posted by Meagan Pagano a las 6:03 p. m. // 0 comentarios // //  


El Método Grönholm

Fernando entra en la sala de reuniones para su entrevista hablando por teléfono móvil con su mejor amigo. Cuelga el móvil a ver un hombre regordete, y que tiene más que cuarenta años. Fernando está un poco más tranquil pensando en que la empresa no querría alguien de tan alta edad. El otro hombre que lleva un maletín viejo, igual al maletín que Fernando usaba hace cinco años, saludaba a Fernando. Se llama Enrique, y como Fernando puede ver, Enrique está nervioso. Él pregunta un montón de preguntas, sus manos tiemblan y está sudando.
Los dos hombres empiezan a examinar la sala. Dan cuenta de que hay cuarto vasos. Se miran uno al otro confundido y sorprendido, por múltiples razones: hay más candidatos, y esta entrevista es muy rara. Enrique sigue con las preguntas que vienen directamente de sus nervios. Fernando sigue dando asentidos con la cabeza y respuestas cortas, tratando de mantener su calma mientras dando más nervios a Enrique. Este no es la primera entrevista para Fernando y en esta entrevista él va a conseguir la puesta. Además, ha estado practicando y estudiando por esta entrevista, él no tiene nada de estar preocupada por.
Ambos siguen mirando por la sala para pistas. De pura nerviosidad Enrique saca una cajita de caramelos y empieza a chupar fuerte, rompiendo la concentración de Fernando. Se sienta y empiezan a hablar de nuevo sobre el puesto. Enrique habla de sus entrevistas en el pasado, su puesto anterior, el tráfico, y otras cosas ridículas. Fernando sigue pasándose por un a otro, determinada que las palabras y la nerviosidad de este hombre no iba a afectarle.

Posted by Marissa Diaz a las 5:11 p. m. // 0 comentarios // //  



Huberto: ¡Eva! Por fin nos vemos de nuevo.

Eva: ¿Huberto? ¿Eres tú?!

Huberto: Sí. Soy yo.

Eva: ¡Tanto tiempo sin verte, Huberto!


Los dos se abrazan y se miran fijamente.


Huberto: ¿Qué tal has estado? ¿Cómo va todo por aquí?

Eva: Está bien. ¿Por qué nunca te has puesto en contacto conmigo? Muchas veces he pensado en ti. Ha sido difícil no saber nada de ti.

Huberto: Espero que hubiera algo que pudiera hacer.

Eva: Pues hombre, dime. ¿Exactamente qué estás haciendo?

Huberto: No importa. No puedo quedarme aquí durante mucho tiempo. Sólo quiero aprovechar del tiempo que sí tenemos juntos.

La besa en la mejilla y coja la mano.

Eva: ¿Ya te vas? ¿Vas a volver a verme?

Huberto: (tocándola el abrazo): Eva. Tú ya sabes que volveré siempre cuando pueda. Quiero que empecemos de nuevo. A mí me gustas Eva. Tengo ganas de conocerte de nuevo.

Eva: Pues, me pregunto si puede ser así entre tú y yo. Tengo dudas Huberto. Éramos como hermanos cuando éramos jóvenes. ¿Ahora somos más?

Huberto: (con una cara muy seria, mirándole los ojos): Te confieso que cuando éramos niños, te quería con todo el corazón. Desde entonces, nunca he dejado de pensar en ti.

Eva: (empezando a llorar): ¿Es verdad, Huberto?

Huberto: Te lo digo en serio. No te cambiaría por ninguna; eres todo lo que quiero. Siempre he pensado así. Es que nunca he podido decírtelo hasta ahora.

Eva: Yo también llevo muchos años pensando en ti. ¿Dónde vives ahora?

Huberto: No te puedo decir. Sólo te digo que regresaré por ti. No me busques. Te lo prometo… volveré.

Eva: (con una mirada perpleja): ¿Cómo que no me puedes decir?

Huberto: Es mejor que no sepas. Sólo te digo que estoy bien y podré venir a verte pronto. Te lo juro.

Eva: Espero que no me mientas. Ya tengo ganas de tu vuelta.

Huberto: Yo también.

Eva: Por favor Huberto, cuídate.

Huberto: Por supuesto, lo haré.

Eva: Adios.

Huberto: Hasta la próxima, cariño.

Posted by Christopher Pipala a las 4:05 p. m. // 0 comentarios // //  


Cambio del sexo

Carlos Bueno leyó la carta que les dijeron qué la próxima prueba en el proceso de selección sería. La carta dijo que Carlos Bueno había iniciado un tratamiento homosexual para desembocar en una operación de cambio de sexo y que los demás candidatos tenían que decidir si un candidato como Carlos debe ser permitido entrar en la empresa en cuestión. Si los demás candidatos decidieron que él no tiene el perfil adecuado al cargo, Carlos tendría que abandonar el proceso de selección. Cuando acabó de leer, Mercedes fue la primera persona para comentar. Ella preguntó porque él quiere cambiar del sexo. Ella estaba muy sorprendida. Fernando intentó de hablar pero tuvo palabras. Él también estaba sorprendido. Mercedes preguntó si fue coña pero Carlos respondió que no, que sí había tomado la decisión de cambiar su sexo. Mientras Mercedes quedaba confundida, Fernando empezó a burlar de Carlos. Se burló que un cambio de sexo no afectaría para nada al trabajo, que si Dekia contrató Carlos como director de marketing y al cabo de unos meses él se convirtió en Carlota sería normal. Enrique entró en la conversación. Él no lo pudo creer. Pensaba que fue raro que te cagues. Carlos intentaba defenderse. Dijo que si lo eligieron, pensaba explicarlo. Luego Mercedes empezó a hablar. Ella tampoco podía creerlo. Le preguntó sobre él y ella en la facultad. Ella no pensaba que tenía ningún problema de identidad sexual. Carlos contestó que era una manera de intentar negar la evidencia. Fernando se volvió a la pregunta en cuestión. Estaba en contra de que Carlos recibiera el puesto. Dijo que agradecería a su servicio personal para haber descubierto eso antes de que pudiera hacer daño a la empresa. Carlos objetó que en qué manera podía hacer daño a alguien. Fernando dio sus pensamientos sobre el asunto. A él, le daba igual si Carlos quería ser lo que fuera. Pero si no tenía claro si era macho o hembra, había un lío de la hostia en su cerebro y si había empezado a chutarle hormonas en vena no debe tener un puesto tan alto porque sus neuronas podían acabar bailando una jota. Carlos y Fernando se discutían sobre la falta de respecto que Fernando tenía hacia Carlos. Carlos le empujó a Fernando y Mercedes tuvo que ponerlo todo al fin. Después todos discutían, pero la pregunta que surgió fue si todo fue verdad. Entonces Carlos tenía que convencer a los demás que sí fue verdad que quería un cambio de sexo y no fue un truco del proceso de selección. Al final del debate, Mercedes, Enrique y Fernando estaban de acuerdo y le despidieron a Carlos porque no lo seleccionarían por el puesto por razones de su cambio de sexo.

Posted by Samantha Hallowell a las 3:52 p. m. // 0 comentarios // //  


Un intento exasperado

Cuando Mercedes entró en la sala preguntó a Carlos, a Enrique y a Fernando lo que hacían. Se interpuso entre ellos, pero continuaban discutiendo. Carlos amenazó a Fernando diciéndole que si se volviera a pasar con él, le haría otra cara nueva. Aunque Enrique intentó a calmarles con un mandato nervioso “tranquilos,” los dos seguían discutiendo. Fernando le dijo a Carlos que tenía un problema, a lo que Carlos combatió por decir que tendría él más de uno si no parase de hablar. Mercedes intentó otra vez llamarles la atención pidiendo que si le podrían hacer el favor de escucharla, pero Carlos no paró de argumentar. Gruñó a Fernando que había cosas que él no dejaba que pasaran. A pesar de que le ignorasen, Mercedes intentó otra vez a aliviar la situación. Se dirigió a Carlos esta vez en concreto y dijo que se calmara. Parecía que Carlos vindicaba y dijo que ya estaba, y que no pasaba nada. Sin embargo, Fernando no estaba listo de terminar de discutir y volvió con otro comento amargo. Preguntó a Carlos que a qué esperaba y si quería que volvería a Mercedes. Terminó bruscamente por decir que no pegaba a las mujeres, un comento que hizo que ella interrumpiera otra vez. Dijo que bastaba ya, y por fin, Fernando dijo que estaba de acuerdo y que iban al grano. Concluyó que los dos habían decidido a no despedirlo. Dijo también que se podía llegar a entender, sobre todo por parte de Carlota, (llamándole a Carlos el mismo nombre pero en forma fémina), pero que de aquel momento la cosa no tenía discusión posible. Carlos, como si fuera a volver a discutir con Fernando instigó con una pregunta infantil ¿Ah, no? Esta vez Fernando no vindicó con tal rapidez y le respondió que no y que además ya non estaba preciso ni tener en cuenta sus futuras sesiones de cirugía. Añadió que una persona que, a las primeras de cambio, reacciona utilizando la violencia de aquella manera no tenía ningún futuro como ejecutivo. Carlos, que se enfadó otra vez, contestó que la persona que no tenía ningún futuro es el que menospreciaba a los demás y que non los juzgaba por sus capacidades profesionales objetivas sino a través de sus propios prejuicios. Fernando no apreció esta respuesta cáustica y otra vez llamó Carlos, Carlota, diciendo que él (o ella) decía unas frases que…y le preguntó furiosamente si les enseñaba todo eso en la asociación gay-lesbiana. Desafortunadamente, Mercedes nunca logró a terminar su argumento como una madre que está tan agotada de intentar solucionar las disputas inmaduras de sus dos niños pequeños que lanzó los dos brazos arriba en desesperación, demasiado exasperada para seguir.

Posted by Caitlin Wolter a las 2:27 p. m. // 0 comentarios // //  


Diálogo

Las dos están sentadas en el salón de la casa de Mimí.

Mimí: Creo que ya ha llegado el momento de dar uso práctico a tu delirio. Parece que te ahoguen tus propias palabras si no hacemos algo dentro de poco.
Eva: Estoy muy contenta con todo lo que hago últimamente. No sé si hace falta.
Mimí: No puedes vivir así de noche, sin dormir. He conseguido una entrevista con el director de televisión para que puedas ofrecerle una de tus historias. Repito, me parece peligroso para tu salud mental prolongar este esfuerzo. Quiero verlo en la pantalla. Sería genial, ¿no crees?

El día siguiente por la mañana.

Eva: ¿Hoy vamos o no, Mimí? Porque si vamos hoy, quiero vestirme de blanco según mi horóscopo. Hoy toca blanco y dicen que es conveniente llevarlo si desees buena suerte.
Mimí: Sí, sí. Hoy es el día que habíamos quedado con el director. Vístete y nos vamos. Recuérdate llevar tu medalla del Maharishi. Eso también te trae suerte.

En la oficina de Aravena. Todo es de plástico y cristal. Aravena se coloca detrás de un escritorio imponente.

Aravena: Pues, ¿Cuánto falta para terminar el libreto tuyo? Dame la carpeta. A ver, lo leo cuando esté desocupado.
Eva: Gracias señor por haber tomado el tiempo hoy para conocernos.

A la vez de decir esto, Eva estira el brazo para recuperar el folletín, pero Mimí se lo arrebate y vuelve a entregárselo. Mimí mueve las pestañas con rapidez y humedece los labios pintados de rojo.

Mimí: Si no le encuentre muy liado, quería invitarle a cenar con nosotros y algunos amigos el sábado que viene. Será una reunión íntima…

Él se queda inmóvil durante un largo momento. La ceniza del cigarro cae sobre la mesa y él no lo percibe.


Mimí: Vamos Eva. Le esperamos ver el sábado. ¡Hasta luego!
Eva: (susurrando a Mimí) ¿Ay, porqué tenías que invitarlo a cenar? Me daba mucho asco y además, no creo que lo lea por nada.

Acaban de salir de las oficinas a la calle.

Mimí: Eva, Eva…estoy preparada hacer todo lo que necesito hasta que acepte el libreto. No podemos perder esta oportunidad. Te puede dar una salida maravillosa. Algo que nunca hubieras imaginado.
Eva: Ay, estás pensando en seducirlo, no…
Mimí: ¿Cómo crees que se consiguen las cosas en este medio?



Tomado de Eva Luna, página 236

Posted by Grace Campion a las 8:30 p. m. // 0 comentarios // //  


una llamada con Rolf

p. 242 empieza con: “A los pocos días…”

Rolf: Hola, Eva, soy yo.
Eva: ¡Rolf! ¡Tanto tiempo que no te hablo! ¡Me alegre oír tu voz! ¿Qué tal? ¿Cómo estaba Prague?

Rolf: ¡Bien, Bien! Aunque es un país lejano del nuestro, era un viaje largo. Otra vez he cruzado el mundo, y he visto a la gente luchando por sus derechos. He observado y rodado historia, te lo digo todo pronto.
Eva: Claro, claro, estoy segura que veré lo que has cogido en las noticias.

Rolf: Con respecto a la cultura y la gente, nuestro país es distinto. Estoy contento haber vuelto a casa, y poder llamarte, ¿Cómo te vas?
Eva: Bien, pero ¡las lluvias! Pensábamos que nunca veríamos el sol de nuevo. Fue horrible, muchos perdieron sus techos, sus vidas. Por otro lado, Mimi y yo nos encontramos con mi matrona vieja, Elvira. La hemos traído a casa y va a vivir con nosotras.

Rolf: ¡Qué suerte habéis tenido de encontrarla! Y de tu reunión con Aravena, ¿bien?
Eva: pues sí, he quedado con el. Al principio me explicaba los problemas y los riesgos de mi obra, y pensé que no la aceptaría, pero al final me afirmó que sí, la produciría.

Rolf: Pues eso es genial. Eva, tú escribes como nadie. Me encantan tus palabras, tu estilo, todo. Quiero que tengas la oportunidad de presentar tus cuentas fantásticas al mundo.
Eva: Gracias, muchas gracias, Rolf.

Rolf: Oye, tengo la tarde libre, y hace buenísimo tiempo. ¿Te parece bien si paso por allí y nos dirigimos hacía la costa en mi jeep?
Eva: pues sí, sí, ¿tienes algún sitio en cuenta?

Rolf : Un sitio tranquilo donde podamos tomar vino, comer pescado frito, y todavía más, hablar. A lo mejor habrá un pueblo pequeño por el camino. Es que – después de mi trayecto y todo, no puedo quedarme en la ciudad un minuto más, ¿sabes?
Eva : De acuerdo, nos vamos, ya. Supongo que me servirá bien una pequeña excursión. Un descanso de escribir. Pero si vamos a la playa…es que no sé nadar muy bien.

Rolf: Chapoteamos, entonces.
Eva: bueno, me llevaré alguna ropa que se puede mojarse.

Rolf: venga, en veinte minutos estoy allí para buscarte.
Eva: Te esperaré en la puerta.

Rolf: hasta ahora.
Eva: adiós

Posted by Meghan Tighe a las 5:13 p. m. // 0 comentarios // //  


LOS TEXTOS DIALOGADOS

Documento de prácticas

Posted by Noelia a las 6:29 p. m. // 0 comentarios // //  


Tarea final (primer cuatrimestre): Grupo B

Vídeo:



Vuestros cuentos:

Posted by Noelia a las 9:45 a. m. // 1 comentarios // //  


Tarea final (primer cuatrimestre): Grupo A

Vídeo 1:

Vuestros cuentos:


Vídeo 2:

Vuestros cuentos:

Posted by Noelia a las 9:07 a. m. // 0 comentarios // //  


El dia de la decisión

Cuando la invitación llegó a la puerta de Tomás, no pudo creerlo. La fecha era el día uno de abril, y el sitio, el pueblo donde se creció. El novio era su amigo mejor del colegio, se llamaba Juanito y la novia, el amante de su escuela secundaría que Juanito había conocido hace años, se llamaba Antoñia. Les dijo que no venía, que tenía que hacer un viaje de negocios. Pero la verdad era que no podía ver a su mejor amigo, y la chica que siempre había querido, casarse. Ella sabía esto, porque también quería a Tomás. El último año de escuela secundaria se habían besado una vez, pero Antonía nunca dijo a nadie, y Tomás le prometió que no decía nada tampoco. Nadie sabía porque Juanito y Antoñia se casaban, porque todo el pueblo creían que Tomás era el hombre mejor. Pero Tomás tenía miedo de muchas cosas, especialmente de hacer daño a su amistad con Juanito.

Ahora el día de la boda era su última oportunidad. Sacó su nuevo Volkswagen desde el garaje y empezar a correr hacia su pueblo. Mientras tanto, Antoñia intentaba a dilatar. “Quizás vendrá”, pensó. “Quizás me dirá que me quiere, y que me ha querido para siempre”. Ella tocó su vestido hermoso de una cualidad más alta. Era tan blanca como la nieve, y tan liso como el cuelo de un bebe. El fondo del vestido llevaba el enlaje de su madre, y se ampliaba como una nube. Todavía más se sentía como una princesa. “Pareces una flor, un lirio de primavera” su padre le dijo. También el padre quería dilatar. Siempre al padre, no le había gustado Juanito.

Esperaron hasta que el sacerdote los llamó. La ceremonia empezó. Luego, de repente, Tomás entró.

Posted by Meghan Tighe a las 6:02 p. m. // 0 comentarios // //  


una boda

El mejor día de su vida para alguna mujer es el día de su boda. Todas las mujeres están muy emocionantes con idea de una boda. Una boda pequeña o una boda muy grande con todo su familia no le importa, la única cosa es que está importante es que el hombre que va a ser su marido es el amor de su vida.

Pero Heidi no va a casarse con el amor de su vida. Ella le ama pero no en la manera que está para siempre. Cuando ella estaba haciendo todas las cosas para la boda ella no tenía muchas ganas. Ella no le importó su vestido de novia, ni las flores, ni la iglesia. En su corazón ella sabía que ella tenía otro amor. El otro amor hacía muchos años en una tiempo en su vida que era muy despreocupada. Pero esta época se fue y ella pensó que hizo madrugar. Es más ella pensaba que hacía madrugando era olivando el pasado y trabaja en el futuro.

Por eso ella hizo planes para una boda enorme. Y para el novio de Heidi, ella era el amor de su vida. Él estuvo muy preocupado con la ceremonia, su traje, y la cura. Él estaba tan preocupado que él no adviso que su novia no era interesante en las cosas de la boda de hecho él no notició que su novia pareció en otro mundo tampoco.

El otro mundo que Heidi estaba por dentro era una que recuerdo todo del pasado. El día de la boda ella no tenía ninguna distracción. Lo como era un ella no estaba allí. Y antes de ella podía darse la cuenta ella estuvo de pie estuvo delante de un sacerdote y su novio no estaba enamorada.

Pero en el ultimo minuto la puerta se abrió y estaba a pie se sofocó era la verdad. La verdad amor de la vida de Heidi. En ese momento ella tenía vida. El corazón de ella se despertó.

Se llamaba Spenser todo la gente por dentro de la iglesia eran sorprendidos. Pero el novio de Heidi se despierto de su sueña el él realizad que ella nunca lo amó.

Pero de pronto la vida de Heidi y su amor olvidado estaban bien.

Posted by Meagan Pagano a las 5:59 p. m. // 0 comentarios // //  


LA BODA

Javier estaba conduciendo de prisa en una carretera que estaba en el campo. Él estaba sudando y mirando su reloj y también parecía que estaba muy preocupado porque su amante de toda su vida, Ana, estaba a punto de casarse con alguien que ella no quería.

Al mismo tiempo, Ana estaba preparando para su boda en una casa grande y lujosa. Ella llevaba puesto un vestido blanco y largo, y en su cuello un collar de perlas. Además, ella tenía un velo con flores y cuatro damas de honor que estaban ayudando con el vestido. Ella estaba sonriendo con las damas pero cuando estaba sola, la desilusión de su cara era evidente. Su padre estaba sentando en una silla y mirando su reloj de vez en cuando. A veces ella miraba a la ventana para Javier, pero no veía nada.

Mientras ella estaba mirando a la ventana, Javier todavía estaba conduciendo. Ahora estaba lloviendo y Javier estaba muy frustrado y empezó a gritar en su coche. Él cruzó un puente, pasó por otro campo, evitó un tren, y llegó a la iglesia. La cura estaba en la mitad de la ceremonia cuando de repente Javier entró y profesó su amor para Ana. En ese momento Ana se dio cuenta de que por toda su vida ella estaba enamorada de Javier. Los dos corrieron a la puerta de la iglesia, entraron en el coche, y salieron juntos de la iglesia.

Posted by Kelsey Harmer a las 5:50 p. m. // 0 comentarios // //  


El lío

El mes de junio era fantástico. María y Miguel iba a casarse, María ha recibido un avance en su sueldo y Miguel compraba una casa para empezar su nueva vida con su mujer. María estaba muy emocionada para su boda. Compró su vestido blanco con su madre y su dama de honor, su hermana Marta. Compró su tarta de boda, eligió la iglesia y el lugar para la fiesta y, además ha pagado por lo todo. Pero había un problema. Hace dos semanas, durante su fiesta de soltera, ha conocido a un hombre muy guapo en el bar, que se llama Juan. Ellos cambiaron números de teléfono, pero María prometió a Marta que nunca iba a llamarle. Un día, Juan apareció en el trabajo de María. Él invitó a María a tomar un café. Entonces, porque ella ya sabía que nada iba a pasar, se fue con Juan. Horas pasaban cuando ellos estuvieron en la cafetería, y de repente fue las diez de la noche. Ellos decidieron que iban a reunir la próxima noche pero en secreto.

Después de dos semanas, la fecha de la boda estaba acercando. El día de la boda María estaba muy nervioso. Estaba jugando con su anillo de matrimonio y mirando hacía la ventana. Juan estaba nervioso también. Este mañana se puso su traje y buscó instrucciones de su casa hacía la iglesia. Él tenía mucha prisa y estaba sudando durante todo el viaje. Había lluvia y un tren en el camino hacía la iglesia. Por fin se llegó al mismo tiempo cuando el cura estaba diciendo, “¿Hay alguien que no está en acuerdo con este matrimonio?” Juan se levantó su mano y digo, “Sí. Yo no estoy de acuerdo con este matrimonio.” Juan caminaba hacía el altar y digo, “María, te quiero. No debes casarte con él. Ya se que estamos enamorados. ¡Venga!” María se miró a Marta, quien sabía todo el tiempo que había algo con Juan, y luego a su padre, quien estaba esperando para la llegada de Juan. Marta y su padre se sonreían. María pidió la perdona a Miguel y se fue con Juan.

Posted by Marissa Diaz a las 5:48 p. m. // 0 comentarios // //  


Bill Briggs y las galletas

Bill Briggs tenía todo. Él era un ejemplo del sueño americano para un hombre joven solamente tres años después de terminar la universidad. Vivía en Nueva York y trabajaba en un rascacielos en Manhattan. Sus padres eran muy orgullosos de su hijo y todos los viernes recibía un paquete de galletas de chocolate en su buzón con el mismo saludo, “Eres mi cielo hijo. Continúa haciéndolo bien.” Cada viernes a las 7 por la tarde cuando recolaba su paquete, sonría y ponía la carta en su bolsillo. Pero un viernes él miró a las galletas y decidió que no las quería esta vez. Puso la carta en su chaqueta en vez de su bolsillo y empezó a caminar a su apartamento. Después de tres años de las mismas cartas y las mismas galletas decidió que nunca comerá las galletas otra vez.


El próximo lunes levantó a las 7:30 como siempre. Se ponía su corbata azul, camisa, pantalones y chaqueta. Y cuando salió de la puerta había un paquete a sus pies. “¡Jolínnn! ¡No más por favor!!” Cogió el paquete y lo puso debajo de su brazo derecho y con su brazo libre cerró la puerta. En su camino a su oficina siempre pasaba por una escuela. Todas las mañanas los niños estaban jugando en el patio. Sus gritos y risas siempre le molestaban. Quería volver a los días cuando no importaba a nadie lo que hacía. Cuando los bomberos, colectores de la basura y la policía eran sus héroes. Cuando las hojas y la grabadora no eran las únicas cosas que eran sus juguetes.


Con todos estos pensamientos y deseos corriendo en su cabeza, se encontró parada y con sus manos puestos en el alambrado sencillo. Sus dedos querían tocar la pelota de baloncesto otra vez para reclamar sus días de gloría cuando era el reino del corte de baloncesto. Después de lo que parecía una eternidad, recogió su paquete que pesaba como plomo y seguía caminando a la otra puerta importante de su vida, 1451 B. Llegó después de Karen quien todos los días, sin falta, era la última a llegar. Eso significaba que no había café en la cocina. “Un día sin café con un distinto sabor de metal y jabón.” pensó Bill. “¿Qué voy a hacer?” Fue al frigorífico, abrió la puerta y cogió una cajita de leche de chocolate. Puso la pajita en la cajita y regresó a su cubículo. Esta leche era mejor que cualquier taza de café que había bebido en su vida.


Después de otro lunes con su ordenador, las hojas impresas y la grapadora, decidió volver a la escuela. Cuando llegó a l alambrado sencillo otra vez. Esta vez las luces estaba encendidas y el corte estaba vacía. Una pelota de baloncesto quedaba en el centro del corte. Bill echó una vistaza por su hombro a ver si alguien estaba mirándole. Pero nadie le daba caso. De repente empezó a correr hacia la pelota. Con la pelota en sus manos otra vez, se sentía como el reino otra vez. Intentó a ponerlo en el hoop, pero lo tiraba débilmente. Empezó a reír.


Bill estaba allí en su corbata, camisa, pantalones y chaqueta hasta las 11 por la noche. Él, la pelota y su paquete de galletas. Cambió el saludo de la carta y al final se leía "¡Eres mi esperanza!" Decidió que las galletas no eran importantes para él y para decir gracias a los niños, las había puesto juntos con la pelota y el saludo en el centro del corte. Entonces salió y volvió a su apartamento sudando pero muy feliz.

Posted by Grace Campion a las 11:02 a. m. // 0 comentarios // //  


El amor de su vida

Era las siete y media de la mañana. Bill Briggs abrió un ojo lentamente y miró al reloj viejo y negro de los años ochenta. Era un regalo que le dio su abuelo cuando se mudó del pueblo cercano para ir a la ciudad a trabajar. Los pitidos de la alarma no le dejaron continuar a soñar. Bip…bip……..bip…cada vez con menos fuerza. Pero ya no tenía por qué soñar, y al pensar en esto, se levantó. Encendió la luz. Se duchó. Se vistió. Se fue a trabajar.
“Buenos días” dijo lentamente, nada más de un murmullo cansado que se tropezó sobre los labios
“Buenos días,” el hombre detrás del escritorio respondió en una voz ronca. Cuando marcó el botón para dejarle entrar en la oficina, Bill Briggs se dio cuenta de que nunca había preguntado al hombre detrás del escritorio por su nombre. Ni una vez. Y llevaba tres años ya en la compañía… Se sentó en su oficina. Organizó sus cosas. Y por fin, podía tomarse un café. Mientras lo tomaba, se acercó a la ventana grande de cristal que ocupaba casi una pared entera de la sala común de los trabajadores. Desde ahí se podía ver el parking, y más allá, las otras oficinas también con paredes de cristal del barrio. Y por fin, la veía. El amor de su vida….

Era las siete y media de la mañana. Bip…bip…….bip…Sin esperar a poder soñar más (¿por qué soñaría? Ya sabía lo que quería), empezó su día con sus acciones ya tan habituales que se preguntaba si había sido más de los tres años desde que se trasladó a la ciudad. De nuevo encendió la luz con el interruptor blanco. Dentro de una semana o así tendré que cambiar la bombilla, se dijo a sí mismo. Tenía su vida tan calculada como si fuera una ciencia. Otra ducha. Otro traje. Otra vez al trabajo. Otro “buenos días” sin emoción humana. Otro día en la oficina. Otro café. Pero lo que le dio esperanza fue otro momento en el que podía ver a su amor. Su única razón por la cual trabajaba en aquella oficina.

Se levantó a las siete y media de la mañana sin soñar más. La luz. La ducha. El traje. El trabajo. El “buenos día” de rigor. Las escaleras eléctricas. La oficina…luego el café….y entonces, su amor. Había sido por ella que trabajaba tanto. Para poder ahorrar el dinero suficiente que necesitaría...

De repente, cuando Bill Briggs salía aquel día del trabajo y caminaba por el pasillo, también con paredes de cristal, la vio corriendo por la carretera debajo el puente que formaba el pasillo de las dos edificios. Y sonrió. El día había llegado. Bill Briggs fue a su oficina también corriendo. Uno, dos, tres, contaba. Y sonó el teléfono fijo situado en su escritorio.
“Eh, ¿Bill?” dijo una voz del teléfono. “Ya está aquí, enfrente de la oficina para que la vea usted cuando salgas del trabajo.”
“De acuerdo,” dijo con impaciencia. “Salgo ahora mismo para verla.” Todo sus horas trabajando y su rutina con cada día el mismo que el otro precedieron a este momento… Ya con su sueño hecho realidad, corrió de su oficina, pasando la sala común con su café, el hombre seco y sus “buenos días” robóticos. Bajó las escaleras eléctricas, y por las puertas principales de su trabajo. Y ahí estaba el amor de su vida, el nuevo Beetle Convertible.

Posted by Caitlin Wolter a las 11:00 a. m. // 0 comentarios // //  


Un descubrimiento increíble

Extracto del periódico El País, 14 de mayo, 1974:

Anoche, en las selvas amazonas de Brasil, sucedió una tragedia horrorosa. American Airlines vuelo # 089 sufrió un problema mecánico mientras volaba hacia argentina y se estrelló en la selva. Todavía no se sabe la causa del problema. Desafortunadamente, en ese momento, aún no se ha encontrado ningunos sobrevivientes. Las autoridades identificaron los cadáveres de todos los nombres que aparecen en la lista de los pasajeros… salvo uno: un tal Miguel Hernández. El chico, que tiene 4 años, estaba viajando con sus padres. Aunque los dos se han encontrado e identificado, este chico ha desaparecido…



El País, 23 de junio, 1974:

La búsqueda continúa. Miguel Hernández, víctima (y posible sobreviviente) del vuelo #089 todavía se queda un misterio. La policía local ya llevan más de un mes buscándole en el corazón de la selva pero no ha encontrado ni su cuerpo, ni una prenda de ropa… ¡ni siquiera una huella! Los residentes locales dicen que oyeron sonidos misteriosos durante la noche. Al levantarse el día siguiente, encontraron sus puertas abiertas. También, se dieron cuenta de que alguien les ha robado algunos racimos de plátanos. No se sabe quien está causando estos problemas. Aunque nadie le ha visto, hay gente que cree que es el chico, Miguel Hernández. No obstante, Miguel se queda un fantasma…

El País, 4 de enero, 2008:

Después de 34 años, los oficiales brasileños han encontrado Miguél Hernández, el chico que se puso perdido hace años después del accidente de avión en 1974. Hace dos semanas, algunos cazadores lo capturaron en su red en el centro de la amazona. Al principio los hombres pensaban que habían atrapado un mono salvaje. Lo llevaron al laboratorio para examinarlo. ¡De repente, los científicos se dieron cuenta que no era un animal sino un ser humano! Era obvio que este chico había crecido entre una familia de monos. La gente del laboratorio trataban de enseñarle como vivir en nuestro mundo. Al principio, no era fácil. El hombre no sabía comunicar ni comer. Después de una semana de clases intensivas, este “chico de la selva” empezó a comportarse bien. Aprendió a leer, jugar deportes, escuchar música, ir de compras, y hasta conducir. Los científicos le afeitaron y le bañaron. En ese momento, es un hombre completamente reformado y preparado para vivir en la ciudad. Se viste de traje, asiste reuniones formales y da discursos. Al salir del laboratorio, la gente le dio una tarjeta de crédito para que pueda empezar su vida nueva. Solo había una condición: ¡que no compre ningunos plátanos!

Posted by Christopher Pipala a las 10:59 a. m. // 0 comentarios // //  


Un viaje al casino

Un día un grupo de tres científicos decidieron hacer un concurso. La primera persona que podía convertir un hombre de la jungla en un hombre ´normal´ganaría 100.000 Euro. Todos fueron a la jungla elegir un hombre. Cuando llegaron a la jungla encontraron un mundo caótico y lejano. Todo era verde y mojado. Huela a una toalla mojada. Los animales de tamaños y colores diferentes estaban en todos los partes. El tiempo era húmedo y caliente. El único sonido se podía oír era de los animales y el sol caliente. Parecían a un mundo infinito. Los científicos buscaron hombres de la jungla mientras luchaban por los arbustos y los matorrales que cubrían el suelo. De repente, y a su suerte, se encontraron con tres hombres. Les engañaron y los tres cayeron en la trampa.

Al día siguiente, empezaron el concurso. La primera transformación fue la presentación. Los científicos lavaron a los hombres de la jungla y cortaron su pelo. Los hombres de la jungla eran muy confundidos y con ellos eran muy difícil trabajar. El segundo transformación fue la enseñaza. Los científicos los enseñaron a comer y caminar como un ser humano. Al final, los hombres de la jungla podían jugar a los deportes, comer, hablar y vivir como había vivido en la sociedad moderna todas sus vidas.

A la cena de presentación, todos los científicos tenían confianza que ganarían pero la transformación no pasó suavemente para todos. Cuando los nuevos hombres estaban siendo presentados, eran muy nerviosos. Hombre Uno vio un plátano y no pudo resistirlo. Él corrió al plátano, lo tomó de la mujer y empezó a comerlo como lo haría en la jungla. Permanecieron Hombre Dos y Hombre Tres. Se podía ver que Hombre Tres estaba teniendo problemas. Había decoraciones en el cielo que parecían como las parras en la jungla. Dentro de cinco minutos, estaba dando vueltas en el cielo. Al final, solo un hombre permaneció. Al final de la presentación Hombre Dos había portarse bien. ¡Científico Dos y Hombre Dos ganaron! Salieron con el dinero y fueron a un casino para gastarlo.

Posted by Samantha Hallowell a las 10:56 a. m. // 0 comentarios // //  


Tristeza sin palabras

Bill Briggs, que parecía un hombre más o menos típico de este mundo, tenía más intereses en su vida que nadie podría haber imaginado. Cada día se levantaba a las siete y media. Cada día se duchaba y se ponía un traje de negocios. Los trajes, las camisas y las corbatas tenían una variedad de colores de día a día, pero esta era el único elemento de variedad que alguien podría haber notado. ¿O quizás había algo más?

Bill trabajaba como un ayudante en una compañía de seguros durante sus primeros años después de graduarse de la universidad. Pasaba por los pasillos todos los días y subía la escalera mecánica hasta que llegara a su despacho. Nunca habló con nadie. Tomaba su café cada mañana en silencio. A veces él y sus compañeros del trabajo intercambiaron miradas sin expresión, pero nada más. Muchas personas pensaban que Bill era un hombre muy triste y que no tuvo nada en su vida para motivarse. Ellos sabían muy poco sobre este hombre, sin embargo, porque aunque parecía reservado, había empezado una relación muy especial con una mujer del edificio al lado del suyo.

Empezó con una de las primeras tazas de café aquella mañana en mayo. Bill estaba pensando en que traje de negocio llevaría el día siguiente cuando el sol reflejó en la ventana del edificio justo al lado de su edifico. Al principio no vio nada porque sus ojos no pudieron combatir el sol, pero unos momentos después el notó que había una persona en una de las ventanas del otro edificio: una mujer.

Durante las semanas siguientes, el iba todos los días a la ventana con su café para verla. Uno días después del primero, empezaron a hablar por teléfono y se conocieron bien en poco tiempo. Esta chica fue la única motivación que Bill tuvo para levantarse todos los días e irse a su trabajo aburridísimo. Cada noche cuando volvió a casa, solo podía pensar en ella. Mientras estaba haciendo sus trabajos diarios, mientras estaba lavando las manos, mientras estaba caminando por las calles, Bill solo podía pensar en ella. Era una obsesión.

Finalmente un día Bill decidió que iba a invitar a ella salir con él esa noche. Todo el día Bill practicaba en silencio lo que iba a decir. Últimamente descubrió la confianza a llamar a ella mientras estaba preparando su séptima taza de café del día. Fue a su despacho para hacer la llamada, pero en camino pasó por el pasillo de vidrio que conectó las partes diferentes del edificio. En un momento, toda su vida fue destruida. Miró a la calle abajo y reconoció en un instante el pelo de su amor. Ella estuvo en un coche negro. Ella estuvo con otro hombre. Como si fuera una coincidencia, ella miró arriba en el mismo instante. Bill leyó los movimientos de sus labios y parecieron decir, ¨Lo siento.¨ Él estaba triste de verdad cada día que iba al trabajo. Nunca olvidó aquel día, ni aquel coche: un VW Beetle .

Posted by Karleigh Rose Pettit a las 10:04 a. m. // 0 comentarios // //