cerrar ventana
Aquí encontrarás respuesta a las dudas más frecuentes en relación con Aula-ELE.
Estas preguntas están organizadas por temas. Pulsa sobre los enlaces que tienes a continuación: te conducirán al artículo de ayuda correspondiente de la página principal de Aula-ELE. (Los enlaces a otros sitios web se abrirán en una ventana nueva).
INFORMACIÓN BÁSICA:
CUENTA E INFORMACIÓN DE USUARIO:
  • Aquí encontrarás información sobre cómo acceder al Sistema (para escribir, reeditar o suprimir tus posts) y cómo gestionar y modificar los datos de tu cuenta de usuario: nombre, contraseña, perfil, etc.
ARTÍCULOS (POSTS O ENTRADAS):
COMENTARIOS:
CLASIFICACIÓN Y BÚSQUEDA DE ARTÍCULOS:
cerrar ventana
(Los enlaces se abrirán en una ventana nueva)
DICCIONARIOS Y ENCICLOPEDIAS:
CONJUGADORES:
ORTOGRAFÍA:
LEMATIZADORES:
  • Lematizador del español (Lenguaje.com)

Acceso rápido: | | | | |


"A number free, please"



   Durante mi niñez, tenía un montón de problemas (todavía, los sigo teniendo) pero sobre todo uno de ellos era un defecto de habla: no podía pronunciar el sonido –th en inglés correctamente y lo pronunciaba como si fuese una –f. Cambiaba las palabras con -th totalmente y decía “fank you” en vez de “thank you” y “fink” cuando quería decir “think”. Si bien cuando hablaba parecía muy mono con la falta de pronunciación correcta, mis padres ya sabían que tenía que mejorar mi inglés para sobrevivir en la sociedad estadounidense.
   Iba a un logopeda que se graduó del mismo instituto de mis padres y tenía que hablar y trabajar con él dos veces cada semana. A mí no me gustaban mucho las sesiones, especialmente porque él siempre se tiraba un pedo cada día y todos los días su despacho olía como si estábamos atrapados en una cárcel de huevos podridos. Yo quería mucho que acabase la terapia, pero no podía escapar sin perfeccionar mi pronunciación y entonces, estaba muy motivado: quería respirar el aire sin el olor de cadáveres.
  Durante esta etapa de mi vida, mi familia y yo teníamos una tradición de comer cada mes en mi restaurante preferido de comida basura que se llama Wendy’s (convenientemente hay una muy cerca de Holy Cross) y gracias a este establecimiento, derroté mi defecto de habla.
   Un día, fui a Wendy’s con mi tío y mi prima y normalmente, nunca pedía mi propia comida cuando iba a los restaurantes pero mi prima mayor estaba allí con nosotros y quería hablar con el camarero como ya podía hacer sin dificultad. Por casualidad, deseaba comer el número tres aunque no podía pronunciar la palabra. Si dijera “one number free, please”, nunca recibiría mi comida, entonces, estaba muy motivado a pedir sin equivocarme (y también quería terminar las sesiones con mi logopeda, es decir mi logoPEDO).
   En la cola, estaba practicando incesantemente con mi tío; moviendo mi lengua como si fuera una rana cuando está cazando las moscas. Por fin, fui el siguiente para pedir y me acerqué al cajero con mi cuerpo sudoroso y la boca seca y dije “one number THREE, please.” Súbitamente salté y grité mientras todos los clientes del restaurante me miraban con confusión. Aunque parecía un gordito que tenía muchas ganas de comer, vencí a mi lucha contra el sonido de –th.
   En último término, ahora puedo decir las palabras con –th (más o menos) sin equivocarme y estudio el español en la universidad como un segundo idioma: todo es posible. 

Posted by Unknown a las 8:03 p. m. // 0 comentarios // //  


La María desesperada


Esta tarea narrativa fue inspirada por los sucesos de una película que acabo de ver: 
María, llena eres gracia

Vivía en un pueblo pobre colombiano.  Tenía diecisiete años.  Había trabajado en una plantación de rosas, pero durante los últimos meses, había estado en paro.  Tenía un novio, Juan.  El amor no la había liberado, sin embargo, como había pensado de niña; al contrario, la relación encadenaba su espíritu aventurero.  Estaba embarazada pero nadie sabía su secreto.  Se llamaba María.
 
Estaban sentados, Juan y María, en el techo de la casa familiar de ella, donde siempre se escondían.  María compartió el secreto de su embarazo, inmediatamente presentada con una oferta de matrimonio.  Ella notó, sin embargo, la diferencia entre esta pregunta forzada y una genuina, una oferta arraigada en un amor verdadero.  Al rechazar a Juan, María se bajó del techo, súbitamente dándose cuenta de su responsabilidad para ganar dinero para su familia y su niño todavía no nacido.  En el mundo de pobreza extrema de María, sin embargo, no había dinero, ni para compartir con su familia desesperada ni para ahorrar para sí misma.  Quedada sola y sin opciones en el mundo que conocía, decidió trasladarse a Bogotá, lejos y desconocida. 

Esperaba su vida nueva en la estación de buses.  Un hombre joven se acercó a ella.  Le sonó la cara; habían bailado una vez en un pasado distante.  Por fin María aprendió su nombre: Franklin.  Los dos charlaron.  María compartió sus circunstancias, a las cuales Franklin mencionó un trabajo que implica viajes y un sueldo considerable.  A la María desesperada le interesó. 

Con voz susurrada, Franklin explicó a María el trabajo: tragar pelotillas de cocaína para transportarlas a los Estados Unidos, ser mula.  Ella había oído de esta vida, de lo que pasa cuando abre una pelotilla todavía metida en el cuerpo; nunca había conocido tanto peligro.  Pensó, simultáneamente, que tampoco había conocido tanta desesperación.  Al llegar a Bogotá y aprender que ganara $5,000 americanos para cada viaje exitoso, María inmediatamente se entregó a esta vida de mula.  Pocos días después, con estómago lleno de 62 pelotillas de cocaína, vientre de su hijo no nacido y corazón de vergüenza, salió volando a los Estados Unidos.

Posted by Unknown a las 1:27 p. m. // 0 comentarios // //  


El primer día...

      Había acabado de mudarme a Florida hacía 2 semanas y ya fue el primer día de escuela. Me acuerdo que me sentía muy nerviosa y preocupada sobre este día. No conocía a nadie en la escuela y tampoco sabía que pasaría en la clase…¿tendríamos que saber todo el alfabeto y  cómo hacer varios problemas de las matemáticas ya? Me preocupé en esas cosas mientras esperaba por el autobús en la parada con los otros chicos, a quienes, en aquel momento, me parecían tan maduros y sabios en comparación a mi misma. Unas imágenes de perderme en la escuela, de equivocarme en algo sobre el que realmente ya sabía pasaron por me cabeza. No tenía ningunas ganas de entrar el autobús cuando llegaba, pero sabía que era necesario que lo hiciera y, es más, que yo aprendiera mucho en la escuela como mis padres querrían.
      Después de un viaje tan insoportable y doloroso por autobús—la culpa fue mía, como era yo que me estaba poniendo mala con todas las preocupaciones—llegué a la escuela y salió el vehiculo amarillo. Mis tenis justo habían acabado de aterrizarse en el suelo cuando, de repente, el pasillo llenó de gente. Me perdí contra la corriente de gente, más baja que todos, y se me iba la memoria de cómo llegar a la aula en la que sería mi primera clase. Solo tenía cinco años y era una niña muy sensitiva, así que no podía controlar los ojos cuando llenaron con lágrimas de vergüenza. ¡¿Cómo llegaría a clase si no supiera el camino?! Permanecí por unos minutos mientras otros chicos me pasaban hasta que una chica del quinto grado me vio y preguntó si yo necesitaba ayudar. Gracias a Dios, ella fue mi salvador—algo que todavía lo creo—en aquella situación de mucho “estrés” y me consiguió a la aula. Solo había pasado menos de una hora entre marchar de mis padres y llegar en la aula pero sentía como si ya hubiera cumplido un día entero. 
      Entré la aula de la cual ya era llena de otros niños. Me parecía que otros niños los conocían antes de aquel día y eso me dio vergüenza y ansiedad. Era una niña tan dramática: cuando me sentí algo, me sentí la emoción con mucha intensidad. Nuestra maestra aparecía y cantó una rima que todo el mundo (excepto yo, por supuesto) le repitió a ella la misma rima. “Criss cross applesauce, hands in your lap” (cruza cruza, la salsa de manzana, las manos en tu regazo). Justo después de repetir esta frase, todo el mundo iba a sentarse en un círculo mientras yo permanecí, petrificada en horror que no sabía la frase ni qué había debido hecha después de repetirla. ¡Que vergüenza que no supiera nada! Los ojos llenaron con lágrimas otra vez, sin embargo aquella vez, me dije a mi misma que iba a intentar ser fuerte y no una llorona—habría sido una pena si yo fuera la llorona de la clase todo el año. Sonríe dulcemente a una chica con una peinado bien interesante (dos trenzas tan largas y rizadas)--ella y yo nos caíamos muy bien y todavía es unas de mis mejores amigas--y copié todo el mundo y su actuación. Desde aquel momento, el primer día fue bastante bueno—era niña cuando me di cuenta que la actitud y tener una mente abierta importa muchísimo en una situación nueva. Aunque las primeras horas de ese día me dieron tanto vergüenza, la situación mejoró significativamente cuando me dejaba relejar y disfrutar en las actividades de la clase, incluso si no sabía las costumbres todavía. Había tiempo; esperaría hasta que supiera.

Posted by Unknown a las 8:38 p. m. // 0 comentarios // //  


El ataque de la Perla Negra


            El día que cambió todo para Elizabeth Swan ocurrió en el verano en Inglaterra durante el siglo XVIII cuando ella tenía 18 años. Pese a su importancia, el día empezaba inocentemente: ella se bañaba y se vestía en preparación por el día. Weatherby Swan, su padre y el gobernador de la ciudad, visitó a su habitación para regalarle un vestido elegante para llevar a la ceremonia especial de la promoción de un capitán en el ejército. Elizabeth no tenía interés en el evento, pero fue su responsabilidad como la hija del gobernador. Sin embargo, el capitán (ahora promovido a comodoro) tenía mucho interés en Elizabeth y después la ceremonia él la guió al balcón de la terraza para pedirle en matrimonio. Desafortunadamente nunca tuvo la oportunidad porque, a causa del vestido que no le permitía respirar, Elizabeth cayó en el agua abajo.
            Cuando ella chocó contra el suelo del océano, su collar – un medallón raro con un cráneo – chocó contra el suelo del océano, causando un estremecimiento a través de la mar. Muchas personas se sintieron el trémulo ominoso pero lo ignoraron para centrarse en Elizabeth. Un hombre misterioso la salvó y ella regresó a su casa pese a sus insistencias que estaba bien.
            Para recuperar de su día memorable, Elizabeth se retiró a la cama temprano, pero después de un rato corto, ella oyó los sonidos de cañonazos. Corriendo a la ventana, Elizabeth la abrió y vio una flota de barcos desconocidos, grandes y obscuros. Los han llegado al porto y estaban disparando a la ciudad. Ella boqueó con shock cuando un cañonazo fuerte tiró abajo la gran muralla de la fortaleza y de repente, con un rugido, muchas figuras irrumpieron a la comunidad. Los intrusos tenían las antorchas y las tiraron en las tiendas y casas, causando las emboscadas de los ciudadanos que estaban intentando a escapar los fuegos. Elizabeth, congelada con miedo, miró como los piratas – las personas tenían que ser piratas – infligieron caos en su ciudad. Escuchó a los lamentos aterrorizados de los niños, los relinchos histéricos de los caballos y las ordenes agitadas de los soldados.
            No fue posible para abandonar la vista horrible de la ventana hasta la puerta de su habitación abrió de repente y Elizabeth gritó.  

Posted by Unknown a las 8:04 p. m. // 0 comentarios // //  


Los Macarrones y la sal


Cuando era niña, adoró a mi hermana mayor Heidi; quería estar con ella todo el tiempo, solo hacer las mismas cosas como ella, llevar los mismos vestidos- ser Heidi en general. Por ejemplo, la razón por que fui al preescolar cuando tenía dos años (lo normal es cuatro) era porque Heidi ya estaba allí, y yo no quería estar en casa sin mi ídolo. Para mi madre, era más fácil permitirme hacer lo mismo como Heidi porque yo estaba demasiada enamorada de mi hermana para luchar con ella.
Este amor duró algunos años- eventualmente me di cuenta que ella no era una dios entre mortales. Sin embargo, antes de esta realización, tenía que imitar las acciones de Heidi. Un día cuando tenía seis años, nuestra madre nos había hecho los macarrones con queso, la comida favorita de cualquier niño de los Estados Unidos. Vi que Heidi estaba poniendo sal en sus fideos, y sin pensamiento, yo tenía que hacer lo mismo. Cuando terminó con la sal, ella me dio el salero para poner sal en mis macarrones. Yo no sabía cuanto sal Heidi había puesto, pero empecé a agitar la sal del solero en la comida. Feliz que ahora comería los mismos fideos como mi hermana, cargué el tenedor lleno de los macarrones y lo puesto en mi boca. ¡Sintió como sal- estaba horrible! Inmediatamente, escupí los macarrones de la boca en el plato y bebí mucho agua. Heidi me reía mientras que yo estaba luchando contra el sabor, tratando de quitar toda la sal de la lengua. Mi madre oyó el ruido y cuando le expliqué lo que ha pasado, ella me forcé comer todos los fideos porque yo era la culpable y no debía desperdiciar comida, y de alguna manera, lo triunfé.
Hoy día, todavía tengo mucho cuidado con la sal, y prefiero comer alimento sin sal. Este día también era un punto de inflexión en mi vida porque empecé a dejar de imitar a Heidi, y me he convertido, con mucho éxito, en mi propia persona.  A veces, Heidi y yo hablamos y reímos sobre el incidente famoso con la sal, pero peculiarmente, mi madre no puede recordar el exceso de la sal ni mi adversidad a causo de sus palabras.

Posted by Unknown a las 11:24 p. m. // 0 comentarios // //  


Chicken, Alaska


Durante el verano en el que trabajé en Alaska, conocí a mucha gente rara y aprendí, con rapidez, cómo navegar en su mundo. Teníamos una cantidad de individuos que parecían personajes de las películas y la persona más notable se llamaba Jim. Era un nativo y un alcohólico que vino dos meses después de mí a Chicken, un pueblo de cuarenta kilómetros de la frontera entre Alaska y Canadá y con una población de solo cinco personas durante la mayor parte del año. Llegó para  la posición de cocinero. Al principio, Jim se comportó bien. No bebía ni un trago de alcohol, pero después de un par de días, empezó a asistir a nuestros “fiestas” cada noche. Una semana más tarde, Jim también fue echado del pueblo. 
Un minero lo había encontrado bebido en su coche que estaba colocado en una cuneta al lado de la única carretera que pasa por Chicken.  Lo sacaron y en seguida, regresó al café donde trabajábamos, y situó su coche en otra cuneta del parking. Sabiendo dónde estaba y lo que estaba haciendo, lo dejamos dentro de su coche mientras intentaba liberarlo.
            Al día siguiente, la jefa le despidió, pero él no podía irse hasta que consiguiera una rueda nueva, así que ella le dio permiso para quedarse algunos días más. Tras este tiempo, Jim causó más peleas que yo había visto en los dos meses anteriores. Incluso, una noche, fue a todas la tiendas de campaña en que vivían los empleados, borracho perdido y con un machete, intentando luchar con los demás.  Durante todo esto, yo estaba con otros empleados fuera del campamento, pero cuando regresamos, Jim estaba esperándonos en el medio del parking con su machete. Yo no atrevía salir de la camioneta, pero el otro cocinero, Sean, bajó con su rifle y no lo dejó hasta que tuvo el machete en su mano. Gracias a Dios, la rueda llegó la mañana siguiente y Jim se fue de Chicken, sin su machete y se encontró en la cárcel de Tok dos días después por acciones similares.  

Posted by Unknown a las 10:35 p. m. // 0 comentarios // //