12 abril, 2013
La María desesperada
Esta tarea narrativa fue inspirada por los sucesos de una película que acabo de ver:
María, llena eres gracia
Vivía en un pueblo pobre colombiano. Tenía diecisiete años. Había trabajado en una plantación de rosas,
pero durante los últimos meses, había estado en paro. Tenía un novio, Juan. El amor no la había liberado, sin embargo,
como había pensado de niña; al contrario, la relación encadenaba su espíritu
aventurero. Estaba embarazada pero nadie
sabía su secreto. Se llamaba María.
Estaban
sentados, Juan y María, en el techo de la casa familiar de ella, donde siempre
se escondían. María compartió el secreto
de su embarazo, inmediatamente presentada con una oferta de matrimonio. Ella notó, sin embargo, la diferencia entre
esta pregunta forzada y una genuina, una oferta arraigada en un amor
verdadero. Al rechazar a Juan, María se bajó
del techo, súbitamente dándose cuenta de su responsabilidad para ganar dinero
para su familia y su niño todavía no nacido. En el mundo de pobreza extrema de María, sin
embargo, no había dinero, ni para compartir con su familia desesperada ni para
ahorrar para sí misma. Quedada sola y
sin opciones en el mundo que conocía, decidió trasladarse a Bogotá, lejos y desconocida.
Esperaba
su vida nueva en la estación de buses. Un
hombre joven se acercó a ella. Le sonó la cara; habían bailado una vez en un
pasado distante. Por fin María aprendió su nombre:
Franklin. Los dos charlaron. María compartió sus circunstancias, a las
cuales Franklin mencionó un trabajo que implica viajes y un sueldo
considerable. A la María desesperada le
interesó.
Con voz
susurrada, Franklin explicó a María el trabajo: tragar pelotillas de cocaína
para transportarlas a los Estados Unidos, ser mula. Ella había oído de esta vida, de lo que pasa
cuando abre una pelotilla todavía metida en el cuerpo; nunca había conocido
tanto peligro. Pensó, simultáneamente,
que tampoco había conocido tanta desesperación. Al llegar a Bogotá y aprender que ganara $5,000
americanos para cada viaje exitoso, María inmediatamente se entregó a esta vida
de mula. Pocos días después, con
estómago lleno de 62 pelotillas de cocaína, vientre de su hijo no nacido y
corazón de vergüenza, salió volando a los Estados Unidos.
Posted by Unknown a las 1:27 p. m. // // //
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