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El Maestro del Disfraz



Érase una vez, en una pequeña ciudad en el centro de España, un ratón y su mujer que vivían en un piso que estaba cerca de la estación de tren. El ratón que se llama Turrón, un abogado, trabajaba con clientes importantes en la ciudad. Y su mujer que se llama Curry, trabajaba en el piso. Su trabajo era proveer un lugar, para otros ratones de otros países que venían a estudiar a la España para quedarse. Ella había trabajado a esta manera durante veinte años y había tenido ratones de todo el mundo. No todos estaban majos pero todos sabían cómo respetar el piso y el espacio de Curry y su marido.

Cada agosto durante diez años, ratones de una universidad al gran estado de Miceachussets llegaron para quedarse en su piso. Este año, el ratón que se llama Cacahuete llegó el once de septiembre. En el principio él tenía un poco miedo de su nuevo piso. Todavía la lengua de los ratones en este país era un poco extraña. Él entendía mucho pero solo cuando Curry y Turrón hablaban lentamente. Pero, él sabía que ellos eran muy majos y cariñosos y que ese año sería muy bueno. Por dos semanas él fue el único hijo en el piso a excepción del hijo de Curry que vino de vez en cuando para comer pan y fumar. Pero un día, otro ratón llegó o por los menos todos los ratones pensaban que él fuera un ratón.

Él parecía muy majo y Cacahuete estaba preocupado que este nuevo ratón que se llama Ajo, sería el hijo favorito. Además, el nivel de lengua de Ajo estuvo superior del nivel de Cacahuete. Pero había cosas extrañas sobre este ratón. Durante su primer mes, él apenas salió su habitación. Curry y Turrón no podían entendidos. “Este ratón sólo está aquí hasta diciembre. No entiendo como él no quiere salir y disfrutar España,” dijo Curry. “Cuando estás en España para solo tres meses hay aprovechar muy rápido. El tiempo puede pasar en un abrir y cerrar de ojos,” Turrón le dijo a Cacahuete. Pero ellos le dejaron porque él tenía que tomar la decisión de salir.

Y tiempo pasó así durante algunas semanas. Por fin, Ajo comenzó a salir y disfrutar a su tiempo en España. Toda la familia estaba feliz y vivía en paz y tranquilidad. Pero Curry todavía tenía sospechas lo que algo no fuera verdad con este ratón. Un día, ella estaba cocinando la comida y ella necesitaba algunos pimientos para añadir a su receta. Cuando ella fue al armario para extractar los pimientos ella encontró un bote con sólo un pimiento. Ella pensó, “Estoy seguro de que este bote estaba lleno ayer.” Es más, ella no pudo encontrar sus botes de aceitunas o ajo “¿Cómo puede ser?” pensó. Curry tenía sus sospechas pero no quería acusar a nadie sin razón y, por lo tanto, ella esperó.

Curry no hizo nada durante dos semanas. Todavía más comida estaba desapareciendo de sus armarios y ella comenzó a esconder comida cara en el salón, fuera de la cocina. Un sábado por la noche, Curry estaba preparando la comida para el domingo porque ella y Turrón iban a ir un partido de balonmano para el día siguiente. Curry puso la comida por el frigorífico y la dejó por la mañana. Cuando ella se despertó en la mañana ella fue a la cocina a mirar a la comida: conejo con alcachofas. Había sólo una alcachofa en la olla y partes del conejo estaban desaparecidas. “No puede ser,” exclamó ella. “Qué mala educada la persona que comió la comida de la familia.” Ella sabía que tenía que decir algo al ladrón pero puesto que Cacahuete estaba jugando fútbol y Ajo estaba durmiendo, ella esperó.

Cuando Cacahuete llegó al piso después de su partido, él encontró a Ajo en su cama con un hueso en su boca. “Qué asqueroso,” Cacahuete pensó, ¿Cómo? Ajo le dijo que había más en el frigorífico si la quería. “Es la comida de anoche de nuestros padres,” le dijo Ajo. Pero Cacahuete declinó y fue a ducharse. Después de un rato, Turrón y Curry llegaron a la casa. Curry descubrió había menos conejo en el frigorífico y alguien había comido la última alcachofa. Ella caminó con ira al pasillo para enfrentarse con los dos ratones jóvenes. “Quién comía mi conejo y mis alcachofas,” ella exclamó. Cacahuete le dijo muy rápido que él no comía nada. Ajo, todavía con un hueso a su boca, tuvo que confesar. Ella estaba llena de rabia y le miró, diciéndole el tipo de atrocidad que él ha cometido. En este momento, Curry notó la cara de Ajo. Parecía diferente de las caras de otros ratones. Pero, como ella no pudo a mirar a él nada más, Curry desechó la idea de su mente.

Ajo tuvo que quedarse en el piso de Curry durante 3 semanas más. Él había dicho a Cacahuete que Turrón y Curry no son justos, pero Cacahuete soló dijo, “Sí, Sí.” Él sabía la verdad, que el ratón injusto fue Ajo. Curry todavía tenía una pregunta sobre este ratón para la que ella tenía que encontrar una respuesta. Un día, cuando él fue a la escuela, ella entró su habitación para coger su ropa sucia. De repente, ella notó algo que reflejaba a luz del sol. Era su bote de ajo. Ella buscó un poco más a través de la habitación y ella encontró su bote de aceitunas también. “Qué malísimo,” pensó ella. Un misterio lo resolvió, pero el segundo todavía estaba sin respuesta. Ella encontró la foto que él les enviaba antes de su llegada y veía fijamente a esa foto. Ella estaba tratando de decidir si ese hombre era un ratón verdadero o una rata.

Con la foto, Curry no podía deducir nada. Ella tenía que esperar a mirar a ese ratón o rata a la cara. Pero esa noche, él preparó su maleta y salió sin decir nada. Curry dijo sus sospechas a Turrón y Cacahuete y ellos estaban de acuerdo con Curry que había algo extraño sobre esa criatura. Ella creyó que Ajo se había disfrazado durante tres meses como un ratón cuando en realidad él era una rata. Para la pregunta quedará sin respuesta para siempre.

Posted by Andrew a las 6:14 p. m. // 0 comentarios // //  


Con un poco de suerte

La última vez que vi a mi abuelo me di cuenta de que todavía no le he preguntado sobre un montón de acontecimientos que han ocurrido durante lo largo de su vida. No sabía que querría saber más que nada. Finalmente, después de reflexionar un poco, resolví yuxtaponer ese ambiente tan sombrío y preguntarle sobre un momento que yo suponía que fuera uno del más alegres, el momento en que conoció a mi abuela. Lo que me dijo fue esto...


Era un miércoles, el día 2 de julio de 1947. Lo recuerdo como si fuera ayer. Todos los chicos que combatieron a mi lado en la guerra y yo finalmete tuvimos un descanso. ¡Y ya era hora! Estaba harto de hacer los mismos gilipolleces cada día; levantarse al amanecer, correr cinco millas, desayunar unos huevos instantáneos, hacer adiestramientos de batalla, comer la comida de una bolsita, asistir a la práctica de disparar, carne indescripible para cenar, dormir para cuatro o cinco horas, levantarse y repetirlo otra vez.


Hubo un grupo de nosotros que íbamos en dirección a Chicago y decidimos coger el tren con la hora de salida más temprano, a las siete de la mañana. Ignorando los rostros cansados y molestos de los pasajeros, estábamos jugando al póker y riéndonos hasta que no pudiéramos respirar. El bote estaba creciendo y había mucho en juego. Sin embargo, tenía suerta ese día. Había ganado la última mano con un mero par de sotas y sólo faltaba una carta para lograr una escalera. El pozo de monedas y cigarillos, que estaba suelto por encima de la mesa, seguía moviéndonos y cayéndonos al suelo. Estaba cabreado de que ese molesto movimiento insistía en romper mi concentración y me puse en pie en búsqueda de algo en lo cual pudiéramos meter el bote. Pocas filas detrás de nosotros, divisé a una chica mona sentada en el pasillo. Noté que ella llevaba una boina.


"¿Te importa prestarme tu boina, por favor?" Le pregunté. "Necesito un recipiente para mis futuras ganancias," dijé con demasiada confianza e indiqué el juego con un movimiento de la cabeza. Ella intentó esconder el rubor que subía desde las mejillas hasta las puntas de las orejas.


"C-claro. Aquí la tienes," tartamudeó mientras se quitaba la boina y me la daba.


"¡Gracias!" respondí bruscamente, con impaciencia a llegar al juego.


Me empezaron a sudar las manos mientras las últimas apuestas estaban hechas. Esperaba ansiosamente hasta que me tocó a mí; dos pares bajos, un par de ases, una mano con nada y un completo con cuatros y doses. Puse mi mano, una escalera con una reina como la carta alta, encima de la mesa con indiferencia, como si fuera nada.


"¡Hijo de puta! ¿Qué coño ha pasado?" Mi amigo, Joe, tiró sus cartas sobre la mesa, enseñando una escalera también, pero con una sota como carta alta. "¡¿Cómo has ganado otra vez?!"


Para calmarnos un poquitín, pedimos una cerveza. Son las cinco en alguna parte del mundo, ¿eh?


"Oye," dijo Tom, dándome un empujón, "Esa tía de allí ha estado mirándote desde hace más de una hora. ¡Vete! ¡Háblale!"


La chica esa, a la que refería Tom, fue la chica de la boina. Todavía sintiéndome como un amuleto de la suerte, la acerqué y la invité a salir conmigo cuando llegáramos a Chicago.


... "Por alguna razón, que hasta hoy sigue siendo un misterio, ella aceptó mi petición. Y tú ya sabes como acabó la historia, sesenta años más tarde."


Mi atención volvió a la realidad; a los pitidos de las máquinas, al olor distinto del hospital y al cuerpo débil de mi abuelo, tumbado en la cama. La mano de mi abuela no soltó la de mi abuelo, y no la soltará hasta su último aliento. Ese día en el tren, dos personas se enamoraron. Aunque mi abuelo ya no está con nosotros, es un amor que durará para siempre.

Posted by Emily a las 12:05 p. m. // 0 comentarios // //  


El peor momento de mi vida

Era miércoles, el día tres de marzo de 2010, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Estaba con mis tres amigos en las vacaciones de primavera en ese paraíso del Caribe: las Bahamas. La escena: un aparcamiento en la playa de la costa norte de la isla de Nueva Providencia. Era un día maravilloso – hacía sol, el mar estaba perfectamente azul – aunque había mucho viento. Y ¿cómo fue posible que algo malo ocurriera en este paraíso? Pues, te contaré una historia.

Peter, mi compañero de cuarto en la universidad, se había mudado recientemente con sus padres a las Bahamas, y él había invitado a algunos de nuestros amigos y a mí para ir de vacaciones allí. Éramos cuatro chicos de diecinueve y veinte años, invitados a una isla tropical y mágica – con una edad legal de consumo de dieciocho años. Nuestros sueños eran la playa, las discotecas, las chicas y el alcohol.

Entonces, realizamos nuestros sueños el martes por la noche. Fue una noche llena de vicios y virtudes, desconocidos y nuevas amigas. Otro chico de nuestra universidad también vivía en la isla, y él fue nuestro guía durante la semana. ¡Y qué guía fue! No lo sabíamos antes, pero de verdad este chico era como una celebridad en su ciudad natal de Nassau. En una discoteca muy selecta, fuimos VIPS y bebimos unas cinco o seis botellas de champán – cada una costó sobre cien dólares – con la ayuda de un grupo de chicas guapísimas de una hermandad femenina de Carolina del Sur; nos parecieron ángeles con sus acentos sureños. Nunca olvidaré la imagen de Peter – un chico normalmente tímido con chicas desconocidas – bailando detrás de una de las chavalas con una botella de champán en cada mano. ¡Qué campeón era! Otros acontecimientos de esa noche incluyen mezclas fatales de alcohol, visitas a unos casinos y algunas experiencias cercanas a la muerte.

Vale, ya sé lo que estas pensando, “Dan, el fiestero, ya sabemos qué guay eres. Pero esta entrada se llama ‘El peor momento de mi vida.’ ¿Cómo podía ser una noche tan fantástica tan horrible?”

Pues, te explicaré. Ese martes fue una de las mejores noches de mi vida, pero todo lo bueno en esta vida también trae algo malo. Aprendí esta regla a la maldita mañana siguiente. Decir que tuve resaca sería quedarse corto. Dos de mis amigos ya habían vomitado durante la noche. ¿Y yo? ¡Por supuesto que no! Nunca vomitaba después de beber (no chicas, no soy demasiado bueno para ser verdadero; si quieréis mi número de teléfono, me lo pidís), pero algo era raro – algo estaba muy mal. Te admito, traté de vomitar – algo que nunca había hecho – pero no pude. Mientras mis amigos ya estaban bien – desayunando, haciendo planes para salir otra vez esa noche – yo estaba de pie frente al váter. Pero no era capaz de perder el contenido de mi estómago, sino solamente mi orgullo. Y encima, ese día teníamos planes para ir al complejo turístico Atlantis – un viaje de cuarenta y cinco minutos en coche por una vía llena de baches.

Era miércoles, el día tres de marzo de 2010, pero lo recuerdo como si fuera ayer. Estábamos en el Mercedes MCC Smart auto, nosotros cuatro chicos (demasiado grandes para ese coche tan pequeño) y la conductora y madre de Peter, la Señora O’Neil. Después de unos veinte minutos de sufrimiento – sin espacio, sin aire y con el estómago a punto de salirme por la boca – necesité decir las palabras más vergonzosas de mi vida: “Señora O’Neil, tengo ganas de vomitar”.

Al decir estas palabras a una mujer tan simpática, tan educada, la madre de mi compañero de cuarto y nuestra anfitriona para la semana, me dí por vencido. “No hay problema, Dan,” ella me dijo, tan cariñosa como siempre. Nos hicimos a un lado en un aparcamiento en la playa en la costa norte de la isla. Hacía sol y el mar era más hermoso que nunca, pero había mucho viento. Abrí la puerta y “¡PUAJ!” – gracias al viento, en vez de caerse al suelo, todo lo que había bebido y comido la noche anterior de repente estaba en mi camiseta, mi cara, mis piernas y, todavía más, en la puerta del coche. Corrí desesperadamente para buscar un lugar más privado donde pudiera continuar mi erupción de vergüenza, y además quería un lugar donde el viento permitiera el champán y lo resto que sobra aterrizar en el suelo.

Y allí estaba – el peor momento de mi vida – en uno de los paisajes más bonitos del mundo, delante de algunos de mis mejores amigos y la Señora O’Neil (quien había conducido un poco adelante el coche por el olor), cubierto de mi propio vómito, al lado de una carretera desde que se podía verme todo el mundo. Sí, lo recuerdo como si fuera ayer – la vista del mar, el frescor del viento, las miradas de mis amigos y el sabor del champán. ¡Puaj!

Posted by Dani a las 3:27 a. m. // 0 comentarios // //  


El viaje de mis pesadillas


Era un día muy lluvioso en Londres cuando mis amigas y yo estábamos allí. En Inglaterra tres de mis amigas de Holy Cross y yo nos reunimos. Hemos pasado el fin de semana en Londres como turistas: nosotros fuimos a los cambios de los guardias al Palacio Buckingham, sacamos fotos en frente de la Puente Tower, e incluso viajamos en un autobús de dos plantas. ¡Aún más, estaba en un lugar donde toda la gente habla ingles por mi primera vez en Europa! Hacía buen tiempo la mayoría del fin de semana y nosotros nos disfrutamos muchísimo. Hasta el domingo, el día cuando nuestra buen viaje ha cambiado en un viaje de mis pesadillas.

A las 8 de la mañana Aniella, Alice, y yo fuimos por un taxi al estación del tren. Luego, viajamos en un tren por un hora desde el estación en Londres al aeropuerto Stansted en (pero en realidad, afuera de) Londres. Es un buen idea que se sepa la distancia entre el aeropuerto y el centro de la ciudad antes de se compra sus billetes allí. ¡El viaje desde al aeropuerto al centro de la ciudad era muy caro, casi más caro que nuestras billetes de avión! De todos maneras, después de un viaje largo al aeropuerto nosotros llegamos allí sin problema y embarcamos en el avión de Ryanair.

Creo que es importante que se nota que el avión es de la empresa Ryanair. No estoy segura que esas cosas ocurran con otras líneas aéreas tan frecuente como la línea aérea de Ryanair. En todos los casos, el viaje de mis pesadillas empezó aquí.

En dentro del avión yo senté en el frente porque no hubo más sillas cerca de mis amigas. Nosotros estábamos en el aire por no más que 20 minutos, todavía en las nubes, cuando el piloto nos dijo---en ingles solamente—que necesitamos volver a Stansted en Londres por un aterrizaje emergencia. Al principio no nos dijo porque ni cuando nosotros estábamos volviendo. Con el tiempo, más o menos 30 minutos mientras todavía estábamos en el aire, él nos dijo que volvíamos porque había problemas con el avión. La problema es que solamente nos dijo en Ingles y era un vuelo de Inglaterra a España. ¡Es más, todavía estábamos en el aire en un avión con problemas técnicas! Normalmente, yo tengo mucho miedo de los aviones y eso era uno de mis pesadillas. Pero cuando di me cuenta que la pareja al lado de yo era muy tranquilo, me sentí mejor y no me preocupé mucho. Finalmente nosotros hicimos aterrizar en Londres. Cuando llegamos en Londres el hombre de la pareja miró a su reloj con desconcierto. Cuando vieron el tejado del aeropuerto con pinta que dice “Stansted London,” los dos me preguntaron que pasó. Evidentemente, la pareja era tranquilo porque no sabía nada sobre la aterrizaje emergencia porque no sabe ingles. Cuando yo explique (el mejor que yo podía en español), la pareja y los otros que no hablan ingles no eran tranquilos nada más. Todo el avión era confundido y estaba en un poco de un pánico.

En el fin, después de 4 horas más en un aeropuerto y otro avión, nosotros llegamos en Valladolid. Todavía no sabemos la problema técnica del avión. Estoy segura que mucha gente que no habla ingles todavía no sepa que era una problema técnica en general porque el piloto y los trabajadores no hablaron español con nosotros durante el viaje desde Inglaterra a España. ¡Era una locura!

Posted by Brady a las 8:25 p. m. // 0 comentarios // //  


Converse: uniéndose a los inadaptados sociales del mundo


Jill siempre fue una persona con unas peculiaridades innumerables. Cuando asisitía a la escuela primaria, el pelo nunca aplanaba. Había unos trozos pequeñitos de cabello en la coronilla de la cabeza que siempre se le pusaron en punta. Por eso, sus compañeros la llamaban "Alfalfa," por un personaje de una película que sufría del mismo problema. Por más que ella intentaba esconder y arreglar los pelos tozudos, más que los demás lo notaban. La pobre Jill llevaba más o menos la educación primaria entera con el pelo fuera del control.


Si eso no era una vergüenza suficiente para ella, otra desgracia le ocurió cuando tenía catorce años. A Jill le gustaba bailar de una manera tontorrona cada vez que su canción preferida sonaba en la radio. Sacudía los brazos a lo loco y oscilaba las caderas mientras saltaba de un pie a otro. En una ocasión desafortunada, Jill perdió el equilibrio, se cayó y se dio un golpe en los dientes contra una mesa cercana. Durante los cuatro años siguentes Jill tuvo que llevar aparato de dientes para reparar el daño que le había causado. Por consiguiente, se puede deducir algunos insultos que resultó de esa incidencia. Ella terminó la escuela secundaria sin tener ni muchos amigos, ni un novio, ni siquiera alguna autoestima.

Todavía más, ella tenía un atributo raro que no podía cambiar; tenía las puntas de los pies hacia dentro. Ella se calzaba con los zapatos menos llamativos que podía encontrar y escondía los pies cuando era posible. Durante su año en el extranjero, Jill se dio cuenta de que todo el mundo en Europa llevaba las zapatillas de Converse. La variedad de estilos que se ofrecían era una locura. Existían zapatillas estampadas, de un color singular, con alturas diferentes y muchísimas más. Tras reflexionar mucho sobre el asunto, Jill decidió comprar un par de Converse, de color amarillo, para integrarse en la moda del momento en vez de escapar a su propio mundo en el cual evitaba ser el centro de atención.

Pocos días después de la compra de los Converse, Jill estaba dando un paseo sola, como siempre, con la mirada hacia el suelo. De repente, ella vio a algo inesperado desde el otro lado de la calle; unos pies con las puntas hacia afuera, también calzados con Converse, pero de color verde. Los pies, con una orientación exactamente opuesta a la suya, le acercaron. Jill levantó la cabeza y los ojos fueron recibidos con la expresión de un chico que estaba tan sorprendido como ella. Se echaron un segundo vistazo a los pies del otro, como si se aseguraran de que los ojos no les habían mentido. Lentamente, una sonrisa apareció en la cara del chico y los dos se dieron las manos. Gracias a Converse, Jill encontró a alguien con quién podía relacionarse; otro inadaptado social del mundo para encajarse con ella perfectamente.

Posted by Emily a las 1:27 p. m. // 0 comentarios // //  


Una superstición con razón

Un viento silencioso corría por los calles mientras una lluvia implacable golpeaba las repisas de las ventanas. El aire gritaba una y otra vez. Era el martes y trece. El día de mala surte. No quería salir de mi casa y no quería ir a la escuela pero mi madre no me permitió que me quedó en casa. ‘Hija. Eres tonta. Es una superstición sin plausibilidad. Ven al colegio.’ Ella insistió que me fui y por desgracia, me marché. Traje el spray de pimiento y el ajo para protegerme contra las fantasmas o algo peligroso que llegaron hoy, el día de mala suerte. Corrí de la esquina de mi calle hasta que yo llegaré a la escuela. Mi corazón golpeó al ritmo de la carrera de caballos, fuerte y incontrolado. ¡Que miedo! ¡Que suspenso!

Todo el mudo estaba aprovechando el día como un día normal, como olvidaron que la mala suerte era conectado inherente a este día. Retrase a las paginas del texto Historia; La decimoterceros persona de la Ultima Cena y la matando de dioses decimoterceros. Por supuesto, estaba preparado para cualquier incidente. Como mi ultimo clase, mi clase de arte, acercó sigilosamente, sentí un mal augurio. Mi profesora no estaba allí y también, la aula fue desordenada. Las pinturas habían sido lanzadas en el suelo. La impresora había sido puesta al otro lado del cuarto, pero el ordenador no había sido movido. El móvil de mi profesora estaba en su escritorio. Por lo tanto, ella estuvo aquí hoy.

El computador estuvo embadurnado con un color rojo. Este rastro de carmesí condujo a la puerta, con una mancha en el tirador. Sangre. Como ratones enfrente de un gato, mis compañeros de clase pararon. Estaban sacudido y asustado. Sólo yo sabía que este ocurrió por el martes y trece. Decidimos investigar y entender la situación sin la ayuda de la policía o la escuela. La escuela no habría permitido que investigáramos. Usamos el Internet para encontrar información sobre una solución de un misterio como así. Navegamos por la red y los buscadores nos dieron mucha información. Nuestra profesora ha sido asesinato como los dioses del pasado. El historia salteó de los libros para repetir el crimen tan sanguinario. Nos dispersamos en dos grupos para encontrar al asesino. Antes de que pudiéramos salir, mi profesora llego en la clase. Gritamos, ‘¡Una fantasma!’

Mi profesora nos dijo ‘ ¿Fantasma? Soy su profesora.’ Pero, no pude ser porque ella murió. ‘¡La sangre está por todas partes!’ Ella se río y nos dijo, ‘ No es sangre. Es pintura fresca. El cuarto está todo desordenado porque lo arregló de nuevo.’ Odio el martes y trece.

Posted by Aniella a las 11:28 p. m. // 0 comentarios // //  


La fugitiva

La asesina acabó su trabajo y se huyo en su coche: un 1990 Chrysler. Para que no le encontraran, fue al gasolinera para cambiar su disfraz. Paró en coche con el motor arrancado, listo para huir otra vez, y corrió a los servicios. Trató de entrar en el de las mujeres, pero estaba cerrado. La única opción que tenía era entrar en el servicio de los varones. Ella entró y de repente, vio un hombre con grandes gafas de sol y un bastón en sus manos. Cayó el bastón y rompió el silencio entre ella y el hombre sentado en el lado opuesto. Parece que él estaba mirando a ello detrás de los gafas, hasta que fijó su atención en el bastón que había caído. Ella se dio cuenta de que el hombre era ciego y empezó a quitar su disfraz. Quitó su peluca de pelo corto y rubia, y reveló su pelo moreno y largo. Salpicó el agua fría en su cara para quitar el maquillaje de labios rojísimos y ojos negros, así como no puedes ver el rastro abajo. Y empezó a quitar la ropa elegante y ponerse ropa sencillo, una camiseta y los jeans de Levi. Cuando ella estaba poniéndose los pantalones, vio la mirada fijada del hombre. Le acercó sospechosamente, y abotonó los últimos botones de su Levi’s. El hombre no respondió y ella se fue rápidamente a su coche y se huyó antes de que viniera la policía. Entonces, el ciego verdadero salió del baño y el hombre sentado se levantó para darle su bastón y los dos se marcharon de los servicios, y el hombre se partió de risa y negó con la cabeza.

Posted by Erin Lindsay a las 1:11 p. m. // 0 comentarios // //  


De lo que depende el mundo...

Casi todo el mundo hoy en día está preocupado por el consumo de petroleo. Todos se preguntan, ¿qué vamos a hacer cuando las reservas se agoten? Pero hay un producto mucho más necesario que el petroleo sin el cual seria imposible la vida. Aunque mucha gente no sabe cual es. Javier Rodriguez es la única persona que ha visto los efectos de la ausencia de este recurso y son irreversibles. La historia comienza en el apartamento de Javier y su compañero de piso Fernando.

Estaban sentados en el sofa viendo su programa favorito después de haberse comido una pizza para cenar. Javier cree que no tenia Coca-Cola en casa por lo que sale a la calle para comprar una de la tienda al otro lado de su calle. Tiene mucha sed y el recuerdo del sabor de la Coca-Cola hace que aparezca una sonrisa en su cara. Pero había algo extraño en la tienda cuando entró...
No había botellas en la nevera y el empleado no parecía poder asegurar a Javier que todo iría bien. Sentía algo terrible en su estómago, estaba muy nervioso pero aun no sabía por qué, tenía un mal presentimiento. Salió de la tienda y empezó a buscar por toda la ciudad pero nada, todas la botellas estaban vacias. Estaba muy estresado y pensó: "¡no puede ser!" Parecía imposible que no hubiera ninguna botella de coca-cola en toda la cuidad pero mientras seguía buscando por las calles acabó de darse cuenta que no estaba equivocado y la situación era real. Botellas vacias, trabajadores quitando las máquinas expendedoras de Coca-Cola, camiones llenos de botellas vacias de aquel liquido terrestre que los Dioses tanto apreciaban es lo unico que Javier pudo ver. Nadie en la ciudad estaba trabajando, los restaurantes y las tiendas estaban vacios. Sin Coca-Cola la ciudad estaba desierta. De repente un barullo muy grande le hace dejar de pensar todos corrían detrás de un hombre que lleva en su mano lo que ellos piensan que es la única Coca-Cola que queda en el mundo. Sus caras están llenas de deseo e ira por tener esa única botella llena y cási dan miedo.
Simultáneamente su compañero de piso abre la nevera para coger una botella que Javier no sabía que existía. Fernando regresa al sofa y sin querer despierta a Javier de su pesadilla. Inmediatamente Javier reacciona con seriedad cuando ve el refresco en manos de Fernando el cual le calma diciendole... "lo que es mío, es tuyo... de verdad."

Posted by Andrew Mainini a las 9:46 p. m. // 0 comentarios // //  


levis- gasolinera

Flavia, una ladrona y presa escapado, vivía una vida en secreto y en un apartamento donde nadie sabía su existencia. Para semanas y semanas ella solo salía de su apartamento para buscar y robar comida y nada más. Era una vida horrible y patética, pero era mejor que su vida en el cárcel. Cada día ella esperaba para su esposo y esperaba que él no estaba en el cárcel como ella fue.

La razón por su tiempo en el cárcel fue por una incidencia con su esposo. Él se llama Julio y fue un hombre poderoso e inteligente pero con un deseo incontrolable para el dinero. Después de años viviendo con Julio, Flavia también desarrollaba el deseo para lo mas dinero posible en su vida. Los dos planearon para meses a robar un banco en la ciudad de Nueva York. Ellos pensaban que nada ni nadie pudiera parar su plano y pensaban que todo iba a funcionar.

El dia de su plano, los dos llevaron disfraces diferentes para que nadie podían ver sus caras ni cuerpos normales. Flavia llevó pelo rubio y corto en vez de su pelo moreno y largo y Julio llevó una gorra y gafas de sol. Los dos llevaron ropa muy diferente que su ropa normal. Los dos entraron en el banco y lo robaron perfectamente. Después, los dos separaron cada uno con una mitad del dinero para que ellos pueden esconder hasta que las noticias no hablaban sobre la incidencia.

Flavia fue a un gasolinera para cambiar su roba para que nadie reconocía su disfrace. En el baño del gasolinera había un hombre con gafas de sol negras y una caña. Flavia, obviamente, pensaba que él era ciego y cambia su ropa en frente de él. Cuando ella salio del baño, el hombre quien no era ciego le llamaba al policía y Flavia fue arrestado inmediatamente.

Después de un año en el cárcel sin ver ni oír de su esposo Julio, ella pensaba que él todavía estaba escondiendo con todo el dinero. Flavia entonces planeó una manera de escapar el cárcel y su plano funcionó. Por esta razón ella estaba viviendo todavía sin su esposo y todavía sin dinero en el apartamento secreto. Pero para ella todavía había esperando para los dos.

Posted by kebart11 a las 12:39 p. m. // 0 comentarios // //  


Imperfección era bonita

Santiago y Julia vivían en la misma ciudad pequeña de España, León. Ellos asistían la misma universidad y tomaban clases en el mismo edificio, Filosofía y Letras. Los dos tenían interés en el estudio de Historia del arte y les gusta pintar, pero jamás tenían tiempo para parar y charlar con una a otro porque justo después sus clases Julia se apresurara a trabajar, mientras que Santiago se apresurara a clases de baile. La única diferencia entre los dos eran sus apariencias físicas. Julia era una chica rubia y alta. Tenía ojos marrones y muy bonitos que en muchas veces podían capturar los chicos. Pero ellos se escaparon de la belleza de Julia en el punto cuando vieron sus pies doblados. La pobrecita no podía cambia su forma de caminar o correr, pero poco a poco aprendían el hecho que ella fue bendiga con dos pies. Por otro lado, Santiago era un hombre hermoso que tenía ojos verdes que cambiaba depende en la estación del año. Su estructura corporal y su figura alta que llamar la atención de las chicas, hasta que le vieron su forma de caminar. Los pies de Santiago no fueron doblados hacia adentro, pero fue doblado hacia afuera. Por eso, él parecía como un pingüino, cuado caminó en la calle. Pobrecito no podía cambiar la manera que él nació, pero aprendió a apreciar sus pies que permitieron él ser el mejor bailarín de su clase. De ahí, un día Santiago fue a una tienda de deportes más cerca de la universidad, coincidentemente el mismo lugar donde trabajaba Julia.

Julia: Hola, ¿cómo puedo ayudarte?

Santiago: Hola, gracias por preguntar. Estoy buscando un zapato cómodo para bailar. ¿Podía darme una sugerencia?

Julia: Vale, pero no estoy segura de ningunos zapatos de baila, pero ya tengo una idea de zapato más cómodo. Tengo uno de ellos también.

Santiago: Bueno, puedo probarlo por favor. Necesito el numero cuarenta por mis pies.

Julia: Perfecto, espera un momento por favor. Voy a cogerlo ahora para ti.

Julia cogió un zapato con la marca de Converse para Santiago. Se los probó y ellos quedaron perfectamente.

Julia: Hay un espejo allí se querría ver como ellos miran en sus pies.

Santiago se levantó y empezó a caminar como un pingüino otra vez. Pero, este tiempo su ritmo captó la atención de Julia. Luego, su corazón empezó a latir. Mientras tanto, Santiago estuvo mirando en el espejo, y luego podía ver una cosa más interesante, un Converse blanco con cordones verdes. También podían ver como los zapatos estaban andando en su dirección. Estos pies capturó sus ojos y se quedó maravillado de como ellos fueron doblados hacia adentro. Poco a poco, también su corazón comenzó a latir: pum, pum, pum. Sin prisa, volvió su cabeza para encontrar solamente Julia delante de él. Los dos se perdieron en los ojos del otro y sonrieron.

Santiago: ¿Cómo sabes mi color favorito?

Julia: No se. ¿Buena suerte? Pero, algunas cosas están destinadas a ser.

Posted by Wilza Jean a las 5:39 p. m. // 0 comentarios // //  


Un momento sin Coca~Cola

Javier Menéndez tenía mucha sed durante el 5 de julio del verano de 2009. Era 35ºC y él no podía sostener ese sentamiento de sed, además su boca se sentía como un desierto seco y el sentimiento de agotamiento era insoportable. Tenía que beber Coca~Cola, sería la única bebida que pudiera refrescarlo. Desafortunadamente, más temprano durante ese 5 de julio, Argentina se secaba de Coca~Cola como consecuencia de todas las peticiones de todo la gente para Coca~Cola. Todas las botellas estaban vacias y nadie en Argentina podía hacer nada. El país necesitaba ayuda de algo o alguien fuera del país. Pero nadie dentro de Argentina sabía si que ayuda vendría.

Javier no podía creer que no fuera ninguna Coca~Cola más, entonces él se marchó para ver la verdad él mismo. Caminó por las calles solo para ver que todo el mundo se sentía lo mismo …como si estaba muriendo de sed y el golpe de calor. En seguida, Javier corrió al supermercado que estaba más cerca de su piso. El vendedor le dijo que sólo había una Coca~Cola en Argentina. Todavía no lo creía Javi, y se fue al próximo supermercado. Cada vez que Javi llegaba a una tienda los empleados le decían lo mismo, “No hay ningúna Coca~Cola más”. En realidad lo que ocurría era que la fábrica de Coca~Cola en Argentina perdía la receta de cómo hacer Coca~Cola y ya no podía producir el producto porque el sabor no sería el mismo.

Afortunadamente para Argentina, Dave Scout, el mejor atleta en la competición de Iron Man en la historia de Iron Man, quien ganó el Iron Man 6 veces, estuvo conferido la receta de Coca~Cola por las fabricas de los EE.UU., y cabe añadir que le dieron la misión de mandar la receta a pie a la fábrica de Coca~Cola en Argentina. Javi salió de la última tienda y prácticamente empezó a llorar, no obstante, en el momento de que Javi se dio cuenta de que no había ningúna Coca~Cola [más] disponible en Argentina, oyó el ruido de pies dando patadas en el suelo como una estampida. Él vio a Dave Scott corría de una multitud enorme con una botella de Coca~Cola en la mano que contenía la receta de la bebida, después de la análisis en la fábrica. La última parte del viaje para Dave Scott hasta la fábrica era la colina. La fábrica estaba del pie de la colina, y tan pronto como los representantes de Coca~Cola en la fábrica vieron a Dave, abrieron las puertas de la fábrica. Tan pronto como llegó Dave a la fábrica, cerraron las puertas de la fábrica. ¡Justo a tiempo! Si las puertas cerraran un poco más tarde la estampida habría entrado (hubiera?). Aquel día mismo, Coca~Cola estaba capaz de crear más bebidas para toda Argentina. Antes, cuando la muchedumbre de gente atropelló a Javier, él se cayó y perdió sin conocimiento. Su amigo Pepe Rodriguez encontró a Javi y lo llevó a su piso. Cuando Javi se recupero pensó que todo era un sueño, pero su sueño fue una realidad ¡y Javier nunca supo que era verdadero!

Posted by Joe Caravella a las 3:45 a. m. // 0 comentarios // //