10 enero, 2012
Todas las tardes, cuando llegaba a mi
casa después del colegio, mis padres estuvieran fuera de casa trabajando. Pero el 14 de enero del año 1997 fue un
día diferente. Había mucha lluvia
y fría, y recuerdo que ya tuve un mal día en el colegio porque mi amigo volcó a
su leche en la cafetería y, por eso, tenía una mancha en mi falda. Cuando llegué a mi casa ese día, mis
padres estaban hablando con seriedad en la cocina. Yo tenía 7 años y claro que quería escuchar su conversación,
al instante entré furtivamente en la casa para que pudiera oír mejor. Mi padre le dijo, “Debemos hablar con
Kelsey primero, es muy importante que ella lo sepa ahora”. Mi madre no estaba de acuerdo, “¡Que
no! Debemos hacer lo que queremos
hacer y después hablaremos con ella.”
Como una niña normal de esa edad, entré en la cocina y les pregunté
“¿Qué información debo saber?”
Inicialmente, ellos no me dijeron
nada. Por fin mi padre empezó a
hablar. Pero si las miradas mataran… estaba claro que mi madre no quería
compartir este secreto. Sin
embargo, mi padre me dijo, “Estamos pensando… queremos cambiar nuestra familia
y añadir algo.” ¡Qué suerte! Siempre quiero un gato y por fin
recibiría una mascota. De pronto
tenía un pensamiento de horror, era posible que ellos quierrieran un
perro. ¿Ellos estaban pensando en esa
mascota? De cualquier manera,
tenía un requisito, “¿Puedo eligir el nombre?” Mis padres pensaron un poco, pero después de algunos
segundos me dijeron que sí, les parecía bien.
Elegí un nombre muy chulo, “Patas” les
dije. Mi padre empezó decir,
“Hombre, ¿qué estás pensando?” pero, de repente, se dio cuenta de lo que estaba
pensando. “Ay Kelsey, vamos a
adoptar un bebé, no un animal.” Acto seguido, abrí mi mente a la idea de un
bebé en la casa. Toda mi vida fui el
hijo único, pero todavía esa idea de un hermano me parecía bastante bien. Anuncié que estaba emocionada y claro
que podía cambiar mi selección de nombre, y con eso estábamos de acuerdo.
A la semana siguiente, empezaron el
proceso. Después de entrevistas y exámenes,
recibimos una carta de aprobación.
¡Estaba muy emocionada!
Casi dos meses después, recibimos algo mucho mejor, un bebé. Aunque desafortunadamente el bebé ya
tenía un nombre, Taylor, yo podía eligir su segundo nombre, Rose. Ese bebé tenía ojos enormes y azules, y
una risa como un ángel. Desde el
primer momento que tuve a Taylor en las manos, estaba enamorada. Cada día aprecio la decisión de mis
padres y tengo mucha suerte de que ella es en mi vida.
Posted by Kelsey a las 2:51 p. m.
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09 enero, 2012
La ladrona con la apoda "Loca y Linda" ha robado de nuevo, el tercer asalto de bancos grandes esa semana conectada a ella. Pero esa vez, la policía estaba preparada. Usando la tecnología de satélite, la policía uso cámaras para seguirla después de su crimen en el banco de Barclays. Ella claramente era una profesional, y entonces la policía tenia que usar sus tácticas más avanzadas para detenerla. Ellos podían predicir que la ladrona iría al baño de un gasolinera donde testigos le habían visto otras veces después de los asaltos. Con esa información, dos agentes del FBI esperaron en el
baño de la gasolinera fingiendo a ser ciegos. Además, ellos podían ver el disfraz de "Loca y Linda," y como le cambio como parece. Ella cambio su ropa, su pelo, y quito su maquillaje. Asimismo, cuando ella salio del
baño, los agentes del FBI reportaron a sus compañeros el aspecto físico cambiado de la criminal.
Usando esa información, la policía finalmente encontraron la mujer, ella tenia mas que 17 millones de dolares en efectivo. También, encontraron muchos disfraces en su coche, que explica los reportes de testigos que habían descrito en maneras diferentes. Es más, encontraron muchísimas armas que usan la ladrona en sus delitos. Es muy rara que una mujer tan guapa haría delitos tan serios, pero su belleza probablemente le ayudaba porque nadie pensaría que ella es una criminal. Desafortunadamente, Loca y Linda va a durar el resto de su vida en la cárcel a menos que el jurado sean influidos por su belleza.
Posted by Nathan a las 12:42 a. m.
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08 enero, 2012
En mi tercer año de la escuela superior, una de mis clases era físicas con un profesor que se llamaba Dr. Sealey, uno de los hombres más interesantes y extraños que he conocido en mi vida entera. Has visto los anuncios en la televisión para la cerveza Dos Equis con "El Hombre Más Interesante Del Mundo?" Ese hombre parece más aburrido que una hora en la clase de Narrativa Hispanoamericana en comparación con Dr. Sealey. Primera, una descripción físico: Doc Sealey tenía más o menos 70-80 años, y llevó gafas grandes. Además, siempre llevaban el mismo conjunto cada día; una camisa y unos pantalones de misma color y material. Pero la cosa que más llamaba la atención de su apariencia era su barba enorme; blanca y afuera de control. Imagina si Dumbledore y Bill Gates tuvieran un hijo juntos, y eso es como parece Dr. Seeley. Pero, aparte de su aspecto externo extraño, era literalmente un genio. Sus logros en el mundo de medicina y ciencias son increíbles. De hecho, Dr. Sealey era parte del grupo de médicos que inventaron la píldora del día siguiente.
Pero, aunque Dr. Sealey era tan inteligente, su edad alta significa causa su memoria a deteriorarse, una realidad que llegaba a ser más y más evidente a sus estudiantes. Por ejemplo, los tres días primeros de la clase, nos mostró el mismo vídeo sobre la tierra y su relación en tamaño al universo en total cada clase porque había olvidado que lo había mostrado los días anteriores. Cuando nos dimos cuento que Doc Sealey no era el profesor más alerto del mundo, empezamos a aprovecharse de eso. Uno de mis amigos en la clase, Jeff, era muy bueno con físicas, y yo algunos otros estudiantes de la clase empezamos a copiar sus tareas y reportajes. Eventualmente, cuando nos dimos cuento que nuestro maestro no tenia ni idea de que estaba pasando, el copiando evolucionó a ser copiando en las exámenes. Literalmente, había Jeff en un lado de la aula, y una fila de personas a su derecha copiando uno a otro. La persona a la derecha de Jeff copiaba sus respuestas, y la persona a derecha de esa persona copiaba la respuestas que había copiado de Jeff. En fin, había cuatro o cinco exámenes identicas, todas con las respuestas de Jeff. Literalmente identicas. Todos recibimos sobresaliente en todas las exámenes.
Era una situación perfecta. No tenia que hacer trabajo y todavía recibí notas altas en la clase. Todo era bueno..hasta que un día cuando el presidente del departamento de ciencias me llamo a su oficina. Cuando entre a su despacho, vi el decano de la facultad, uno de los otras estudiantes quien copió de Jeff, y, por supuesto, Dr. Sealey, llevando una sonrisa de suficiencia. En la mesa yo vi las exámenes iguales de mi amigo y yo del día anterior. El decano empieza a hablar: "Nathan, como puedes ver tenemos dos exámenes aquí. Y creo que estás de acuerdo que son idénticas." En este momento Dr. Sealey le interrumpió "Copias exactas." El decano continuó; "Pero hay una diferencia entre las exámenes. Es que Dr. Sealey te jugó un truco. Como puedes ver, los números en las ecuaciones de su examen son diferente que su compañero. Doc Sealey los cambio para su examen porque sospechó de que estabas copiando en las exámenes. Pero todavía tienes los numeros que concordan con el otro examen. Entonces sabemos que la has copiado."
Por eso, recibí un 0 en la examen y tenia que ir a la escuela en un sábado para mi castigo. Eso me dio mucha vergüenza, pero hoy en día puedo reír cuando pienso en que pasó. Que idiota era a no mirar los números de las ecuaciones y cambiarlos! Estaba tan acostumbrado a copiando que no me di cuento que tenia una examen distinto. Pero tengo que dar crédito a Dr. Sealey..todo el año pensaba que era inconsciente del copiando en su clase, pero en fin es claro que subestimaba la inteligencia de un genio!
Posted by Nathan a las 11:51 p. m.
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01 enero, 2012
Era un día perfecto del año 2010: estaba
nevando y hacía fresquito. Llegué a la montaña temprano para empezar el día: el
primer día que yo he esquiado. Aunque
había querido esquiar durante mucho tiempo, nunca había tenido la oportunidad
hasta ese día. Fui con mi prima menor. Aunque ella me dijo que solo ha esquiado
un poco cuando era menor, ella todavía sabía perfectamente. Decidí que no necesitaba asistir las clases
de esquí antes de subir la montaña, es bastante fácil, ¿no?
No es exactamente la verdad. Me puse los
esquís y traté de moverme en la nieve.
Casi me caí, pero mantuve el equilibrio. Al mismo tiempo, mi prima
estaba dando vueltas alrededor de mí. Empezamos en la pista más fácil. Después
de unos minutos, empecé a sentirme más cómoda. Solo necesitas doblar las
rodillas e inclinar al lado para girar. Quizás puedo esquiar en las pistas más
avanzadas. El único problema que tenía
es que no sabía cómo pararme. Por supuesto, no me di cuenta de este problema
hasta que estaba bajando la montaña.
Subimos la montaña y de repente, me puse
nerviosa. Íbamos a bajar una pista nueva, un poco más difícil que las pistas
anteriores. Mi prima bajó primera. La vi zigzagueando con elegancia por la
montaña. Ella no tenía ningún problema. No me parecía tan difícil. Empecé a
bajar la montaña. Estaba temblando de miedo pero seguí esquiando. Zigzagueé sin
gracia y casi me caí miles de veces. De alguna manera, no me caí. Gané confianza (quizás demasiada confianza),
y solo había un cerro más hasta el pie de la montaña. Miré para abajo y pude
ver muchísimas personas. Esperaba que nadie me mirara, pero no era la verdad. Seguí
bajando pero esta pista de esquí era más pronunciada que yo pensaba. Me dejé
llevar por el pánico y empecé a temblar. Esquié a velocidad excesiva pero no
pude pararme. Bajé el cerro en línea recta y no sabía qué necesitaba hacer. ¿Mi
solución? Me caí a velocidad altísima y me revolqué en la nieve. Se me
perdieron los esquís y por fin llegué al pie de la montaña. No podía moverme y
mi cara estaba en la nieve. Lo peor,
muchísimas personas me estaban mirando. Esperé
en la nieve por un ratito y no quería moverme. Empecé a estar de pie aunque el
cuerpo me dolía muchísimo. Sabía que no podría moverme al día siguiente. Por
suerte, el único daño que tenía fue de la vergüenza.
Después de este día aventurado, seguí esquiando, por fin aprendí a pararme,
y de alguna manera empezó a gustarme esquiar.
Posted by Shannon a las 11:38 p. m.
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