Camino nunca creía en el amor a primera vista antes de ir de viaje con su familia a París, la ciudad del amor. Ella pasaba los días visitando museos, caminando por los Campos Elíseos, y charlando con su familia. Un día, cuando Camino estaba sola en una cafetería esperando a sus padres, se dio cuenta de que un hombre estaba mirándola. Él parecía tener veinticuatro años y Camino no podía evenir la mirada de sus ojos hundidos y morenos. Ella había vivido toda su vida en España, y durante su primera vez fuera del país se preguntó porqué no había viajado antes. Nunca había visto un chico tan guapo en España, y cuando él se levantó y se acercó a su mesa, ella notó su altura y hombros musculares. Cuando él, que se llamaba Guillermo, empezó a hablar, Camino no podía resistir. Guillermo le hizo reír un montón y ella no quería parar de hablar con él. Además, ella podía ver que su hermosura no afectó ningún parte de su personalidad honesto y humilde. Cuando sus padres regresaron, su madre le dijo que él se fuera, pero les dejó intercambiar direcciones antes de que él desapareciera de la vida de Camino. El viaje pasó y ella nunca lo vio durante el resto de la semana.
Diez años después, Camino iba a casarse con un chico de buena familia y con buen trabajo. Hacía ocho años que no había pensado en Guillermo porque él nunca había contestado las cartas que le escribió y ella había perdido la esperanza. No obstante, la noche antes de la boda, alguien llamó a la puerta de la casa de sus padres. Su padre contestó e inmediatamente reconoció al chico parisino, una cara que nunca había olvidado porque él había casado con la madre de Camino por el dinero, y siempre recordaba el amor que vio en los ojos de Camino y Guillermo. Cuando le contaba todo sobre la boda, Guillermo se dio cuenta de que era demasiado tarde, que debería de haber contestado las cartas que vinieron de Camino cuando estaba con una ex novia. Se fue de la casa, desesperado y triste, pensando que había perdido el amor de su vida. De su ventana, Camino podía verle, pero estaba tan sorprendida que no salió de casa y solo vio el coche gris alejándose de la casa.
La mañana siguiente, Camino y su padre despertó después de una larga noche de preocupaciones, los dos tratando de olvidarse de este hombre que había regresado a la vida de Camino. Durante los meses antes de la boda, Camino se había preguntado muchas veces si su novio, Jorge, sería el esposo de sus sueños, y ahora, con la reaparición de ese hombre con quien sentía más amor que había sentido en toda su vida, cuestionó si quería realizar la boda. Se dijo que no tenía tiempo para pensar y con una iglesia de invitados esperándola, la única cosa que podía hacer fue prepararse.
Una media hora antes de la boda, Camino esperó su matrimonio con Jorge mientras que Guillermo estuvo en ruta a la boda, después de preguntar a la gente de la ciudad dónde estaba la iglesia. Los dos no sabían que iban a hacer, pero Camino, sin pensar, seguía mirando de la ventana para ver si él llegaría, y Guillermo pensaba que por lo menos podía ver la boda del amor de su vida. El padre de Camino miró el reloj cada dos minutos, esperando que Guillermo llegara y Camino tuviera el amor que el nunca podía sentir para su madre. A las doce, la música de la boda empezó y Camino y su padre esperaba, los dos pensando en el hombre que no estaba esperando en el altar. La boda continuaba como todos habían practicado cuando, de repente, Guillermo abrió las puertas de la iglesia y corrió al centro de la iglesia. Todos los invitados empezaron a hablar, preguntando quién era ese hombre y qué quería con Camino. Camino iba a empezar sus votos matrimoniales, pero se dio cuenta de que no podía: no amaba al hombre a su lado y sabía que Guillermo había llegado para mostrarle la verdad. Ella se volvió hacia Jorge y le dijo que lo siento, pero no podía casarse con él. Él le dijo que había podido ver su tristeza antes, y aunque siempre le había amado, no quería competir con otro toda su vida. Ella corrió a Guillermo y los dos se besaron, dejando a todos los invitados decepcionados salvo uno, el padre que solo quería el amor para su hija.

Posted by Stacy a las 8:10 p. m. // // //    

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