20 noviembre, 2007
Por causalidad
Todas las madrugadas trabajaban en sus propios continentes, solos y sin recibir ninguna agradecimiento. Clara limpiaba los despachos de la sede de una empresa transnacional y de America del sur, y Vladimir vigilaba el inmueble de una empresa en su país de Rusia. Al final, ella estaba harta de todo su trabajo, y aún más de su vida en general. Su horario era el mismo cada día, trabajaba de madrugada y dormía por las mañanas sin conversar ni pasar tiempo con ninguna persona. Nadie la llamaba ya, nadie la visitaba, nadie la echaba de menos ni siquiera lafamilia que quedaba. Una noche cuando Clara sentía queno podía tolerarlo otro día, la mano tropezó con la máquina que cambió su vida para siempre.
Estaba limpiando la sala de conferencias donde los jefes y los hombres poderosos se reunían para tomar las decisiones de la empresa, la última sala de las que se hacia cargo, cuando la mano puso en marcha el teléfono vídeo que los jefes usaban para comunicarse con sus colegas de otras partes del mundo. Por casualidad, las empresas para las cuales Vladimir y Clara trabajaban eran principales socios comerciales y por accidente ella llamó a la sala de conferencias que estaba en el inmueble donde Vladimir trabajaba.
En Rusia, Vladimir, un guardia leal y noble, se dio cuenta de que el teléfono vídeo había sido puesto en marcha, entonces se fue a investigar. Cuando llegó, la vio a Clara, quien a el, le parecía la mujer más hermosa que había visto en toda su vida. Después de que se vieron, Clara, avergonzada y tímida, rápidamente colgó el teléfono. Sin embargo, le intrigaba este nuevo hombre. Ella terminó su trabajo de la noche y regresó a casa, sin dejar de pensar de él. Él tampoco podía pensar en otras cosas esa noche. Ambas personas tanto querían un amigo que la imagen de una persona en otro país lejos de su propia patria les dio esperanza.
El siguiente día cuando trabajaba Clara llamó Rusia a la vez, pero ahora no por accidente. Vladimir estaba esperando en la sala, con esperanza de que ella lo llamara. Se hablaron, y decidieron cenar juntos la próxima noche a través del teléfono vídeo. “Cocinaré mi sopa favorita”, Clara le dijo. “¿Te gusta la sopa?” “¡Claro que sí! La cocinaré también.” Vladimir le dijo. Aunque vivía en Rusia, Vladimir hablaba español perfectamente.
Los dos disfrutaron la cena mucho. Todo el día después estaban felices. Decidieron cenar juntos una vez cada semana. La amistad entre ellos mejoró sus vidas; ahora ni Clara ni Vladimir se sentían tan solos. Después de algunos meses, Vladimir hizo planes para visitar a Clara en Ameríca del sur para cenar juntos sin el teléfono.
Posted by Meghan Tighe a las 8:13 p. m. // // //