En febrero, después de que mis padres vinieron a España para visitarme, fui con Adrianna y Hayley a Edinburgo.  Queríamos conocer Escocia y la capital donde JK Rowling escribió los libros de Harry Potter (bueno, Adrianna no tanto como nosotros).  Después de hacer una visita guiada, decidimos ir a los bares por la noche y seguir conociendo esta ciudad encantadora.  En primer lugar, hay que decir que la libra inglesa es asquerosa y nos hizo muy, muy pobres.  Por eso, no se quería coger dinero en efectivo de los cajeros automáticos por las tasas de interés que seguramente nos iban a cobrar.  Entonces, usábamos mucho nuestras tarjetas de crédito cuando podíamos.  En los bares, cuando haces un "pub crawl", el único problema que surje es que tienen límite, o sea, hay que pagar cinco libras, por ejemplo para poder usar una tarjeta.  Yo, no gastaba dinero real, decidí que sería una buena idea comprar todo lo que me daba la gana, gin tonic, cerveza, vino, chupitos.  Me dio igual.  Obviamente, no tomo buenas decisiones.
    A continuación, a las dos fuimos a nuestro hostal y Adrianna y yo nos pusimos a dormir pronto porque teníamos que subir un avión que iba a Dublín a las siete.  Nos levantamos a las cinco y tenía una resaca que te morías.  Miré hacia la cama de Adrianna y le dije, "vengo ahora".  Fui directamente al baño y yo me miraba en el espejo.  Me dije, "no vas a vomitar, no vas a vomitar, estás súper bien, no te preocupes".  De repente, sentí un mareo tan fuerte que me caí a rodillas y al final, vomité.  Era como si el estómago intentase escaparse por la boca.  Me sentía mejor y con una mente ya un poco incapacitada, volví al dormitorio, cogí mi maleta y dije, "Estoy listo, vamos".  En conclusión, ¿qué aprendí?  No se debe llevar tarjetas de crédito a un "pub crawl" escocés.

Posted by Anónimo a las 10:30 p. m. // // //    

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